Ampliar la baja por maternidad mínima en la Unión Europea de catorce a veinte semanas, y establecer una baja de paternidad de al menos dos semanas son algunas de las propuestas incluidas en el informe redactado por la socialista portuguesa Edite Estrela. El texto, que fue adoptado por la comisión de Derechos de la Mujer del PE el pasado 23 de febrero, pretende crear las condiciones necesarias para que no haya que elegir entre familia y maternidad o una carrera profesional.
El informe también aborda otros asuntos relacionados con las mujeres como la relación entre pobreza y edad en la población femenina, el reparto de responsabilidades o el reconocimiento del papel de la mujer en el mercado de trabajo. El proyecto de informe fue aprobado por la comisión de Derechos de la Mujer del Parlamento Europeo el 23 de febrero, en la segunda votación sobre el proyecto realizada por la comisión, después de que el pleno de la Cámara lo rechazara.
Señora Estrela, ¿cuáles son los principales objetivos de su informe?
Por un lado, continuar mejorando la promoción y defensa de las mujeres embarazadas, en periodo de lactancia o puerperal en su lugar de trabajo, y por otro lado, incluir en la legislación la igualdad de género sobre conciliación de de vida familiar, profesional y personal. Mi informe también incluye algunas iniciativas innovadoras que pretenden promover una mayor justicia e igualdad, fundamentalmente entre trabajadores domésticos excluidos de la legislación europea, y que los derechos de los padres que adopten a un niño de menos de doce meses deben ser equivalentes a la baja por paternidad.
¿Qué tipo de resistencia se encontró?
De dos tipos; en primer lugar, resistencia ideológica (el PE representa a gente de diferente origen, diferentes culturas, diferentes países, con distintas ideologías y experiencias vitales diferentes, y eso se nota cuando se debaten asuntos de esta naturaleza, como en lo que respecta a las opiniones de que las mujeres deben quedarse en casa.
Además, está la resistencia financiera, la de los que discuten lo que costará. Pero esta directiva tiene dieciocho años de antigüedad, no estamos legislando de hoy para mañana. Los Estados miembros tendrán 3 años para transponerla a la legislación nacional. Sería una muy mala señal para los países de la Unión Europea, y para Europa, que una ven entrara en vigor la directiva la situación no fuera más favorable que ahora. También necesitamos ser coherentes: por un lado, la Comisión y el Consejo nos alertan del déficit demográfico, y luego, cuando toca aplicar medidas de estímulo de la tasa de natalidad, empezamos a contar las monedas.
Teniendo en cuenta la complicada situación económica, ¿es el momento adecuado para aplicar esas medidas?
¿Cuáles serán las consecuencias de la baja tasa de natalidad? Los niños de hoy son los contribuyentes de mañana, los responsables de garantizar la sostenibilidad de la seguridad social. Necesitamos una población activa, y debemos luchar contra el estereotipo de que la maternidad no sólo no es una enfermedad, sino que tampoco puede percibirse como un problema o una carga para la sociedad, porque es un servicio que se presta a la sociedad. Las mujeres no deben verse obligadas a elegir entre ser madres o, por ejemplo, tener responsabilidades de gestión.
La clase media no puede permitirse quedarse en casa mucho tiempo sin ningún tipo de ingreso, y un largo período de baja hace más difícil la vuelta al mercado de trabajo. Nosotros hacemos una propuesta equilibrada y sensible, que corresponde a las expectativas de la gente, de las familias y de las mujeres. Es más, trabajar a tiempo parcial puede parecer una buena solución, pero cuando las mujeres alcanzan la edad de jubilación se encuentran con penalizaciones, precisamente porque se quedaron en casa para cuidar a los niños. Hay estudios que aseguran que la diferencia salarial entre hombres y mujeres se hace aún más grande cuando llega la jubilación.
¿Qué futuro espera para las bajas de maternidad y paternidad?
Debemos promover y adoptar más y más políticas y medidas encauzadas a que se compartan las responsabilidades profesionales y públicas. Defiendo la baja de paternidad porque no la contempla la legislación europea, aunque ya existe en muchos Estados miembros, y para combatir la idea de que la educación y crianza de los hijos es responsabilidad exclusivamente femenina. En los países nórdicos, un padre que no comparte la baja paternal y que no está en casa es considerado un mal padre. En el sur, un hombre que coge baja paternal es considerado un mal trabajador.