Tan solo el 0,6% de las viviendas son universalmente accesibles en España. Además, las personas seniors no disponen de un tratamiento legal específico en la Ley 12/2023, del 24 de mayo, por el derecho a la vivienda, más allá de vincular la vulnerabilidad habitacional a circunstancias personales o económicas. Así lo aseguró Cristina Argelich, Profesora de Derecho Civil de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), durante el último encuentro celebrado por Jubilare, la comisión del Colegio de Registradores de España que tiene como objetivo luchar contra el edadismo desde un punto de vista constructivo. 

La jornada, celebrada en la sede del Colegio de Registradores de España el pasado miércoles 15 de noviembre, reunió a ponentes de prestigio para abordar el tema “Vivienda y seniors: Derecho y experiencias”, como reza el título del encuentro, que también pudo seguirse online. Cristina Argelich compartió mesa con Felipe Iglesias, Consultor Urbanístico en Uría Menéndez, Paula Fuentes, Managing Partner Consultores FB y Rocío Perteguer, Directora SMACyU Registradores, quien fue la encargada de moderar la mesa redonda e introducir a los ponentes.

La primera exposición correspondió a Cristina Argelich, quien abordó el tema de la vivienda senior y las situaciones de especial vulnerabilidad en la citada Ley 12/2023, de 24 de mayo, por el derecho a la vivienda (LPDV). La profesora de la UAM criticó que algunas subvenciones públicas no se están utilizando, como por ejemplo el 60% de los fondos Next Generation. “Sabemos que necesitan de una mayor ejecución y que van vinculadas a la eficiencia energética. Por ejemplo, no se vinculan a la accesibilidad” para las personas senior, expuso, para subrayar que “quizás es más necesario que las viviendas tengan ascensor o que la accesibilidad mediante rampas u otras vías de acceso sean como tienen que ser, en lugar de medidas de eficiencia energética como reparación de ventanas o fachadas”. 

En España, según advirtió Argelich, el 55% del parque de viviendas es anterior a 1980 y tan solo el 0,6% de las viviendas son universalmente accesibles. “Esto es un porcentaje coincidente con el que existe en Francia. Universalmente accesibles quiere decir que no existe ningún tipo de escalón, ningún tipo de impedimento, aun teniendo rampas de acceso o ascensores instalados, no se considera una vivienda universalmente accesible cuando no esté completamente al mismo nivel que la vía pública”, señaló, instando a mejorar notablemente este porcentaje. Argelich criticó que el legislador estatal olvida que la vivienda requiere de inversión pública para no evitar la infravivienda.

La profesora de la UAM repasó durante su ponencia la especial vulnerabilidad en la Ley por el derecho a la vivienda y las personas seniors vulnerables. ¿Qué medidas específicas prevé el legislador en cuanto a las acciones concretas para hacer frente al sinhogarismo? Se preguntó la ponente. “Desde luego, a las personas senior no las menciona. Parece que solo se es vulnerable por una perspectiva económica o personal”, resumió Argelich, quien también profundizó en las medidas de afectación directa a la vivienda senior. A este respecto, se refirió al control de rentas generalizado en el arrendamiento de vivienda sita en zona de mercado residencial tensionado y a la suspensión de los lanzamientos de vivienda habitual sin alternativa habitacional ni compensación al propietario.

Una legislación ”sin uniformidad” y “sin sentido”

En segundo lugar, intervino Felipe Iglesias, Consultor Urbanístico en Uría Menéndez, quien enfocó su ponencia a analizar la legislación autonómica y los planes urbanísticos para repasar cómo lo están haciendo las normas autonómicas y los instrumentos de planeamiento en relación con las viviendas para mayores. A modo introductorio, citó términos de vivienda colaborativa como el cohousing, coliving, flex living y senior living, conceptos que a menudo provocan una “confusión total” entre ellos. 

Iglesias instó a reconducir una legislación que “no tiene, ni de lejos, uniformidad”. “No puede ser que haya regulaciones diferentes para el mismo concepto” de viviendas colaborativas, advirtió. En primer lugar, puso el ejemplo de la Comunidad Valenciana, que en su Ley 2/2023, de 13 de abril, de Viviendas Colaborativas, define en su artículo 3 el concepto: “se consideran viviendas colaborativas los edificios o conjuntos residenciales cuya titularidad única pertenece a una entidad participada por sus usuarios, cuya gestión es compartida, adoptando la forma de cooperativa no lucrativa o de asociación no lucrativa”. En el mismo artículo se especifican el mínimo de espacios o dependencias que deben incorporar.

“No hace ninguna referencia a personas mayores. Se vincularía más bien a una fórmula de cohousing, de forma que limita el concepto de vivienda colaborativa a la fórmula cooperativa no lucrativa u otras fórmulas de asociación no lucrativa. A lo mejor es demasiado reduccionista y no abarca el conjunto del fenómeno”, sostuvo el Consultor Urbanístico de Uría Menéndez. 

El segundo ejemplo citado fue la legislación gallega, que definió como “las antípodas” de la anterior. En la Orden de 10 de octubre de 2023, la legislación gallega define de la siguiente manera: “las viviendas colaborativas se configuran como un recurso de prestación de servicio residencial, en relación con las habitaciones para la atención de personas residentes que, por su grado de dependencia o dependencia sobrevenida, requieran atención o cuidados personales y que deberán ser reservadas para el posible cuidado diurno o nocturno de estas personas, es necesario establecer el mismo requisito específico referido a la zona de enfermería de atención geriátrica y enfermería del área de atención especializada de las residencias para personas mayores”. 

“Es el mismo concepto de vivienda colaborativa pero aquí está mucho más centrada en las personas mayores”, expuso el ponente, que subrayó que, si comparamos las dos anteriores, se trata de “dos mundos” completamente diferentes. Sin embargo, la regulación de la Comunidad Foral de Navarra es “otra galaxia”, adujo. En esta norma (Ley Foral 20/2022 de 1 de julio), se especifica que: “se establecerán las condiciones legales para el fomento y construcción de viviendas colaborativas en cesión de uso o iniciativa pública, en suelos residenciales o destinados a equipamientos. Dicho reglamento, junto con un Plan de difusión y fomento, será remitido para su aprobación al Parlamento de Navarra. Se incluirán en este plan tanto los alojamientos residenciales para mayores dirigidos al envejecimiento activo y los cuidados entre y a las personas mayores, como al de viviendas colaborativas dirigidas al común de la sociedad como solución alternativa al modelo clásico de vivienda”. 

“Insisto en que el término es el mismo: viviendas colaborativas. Aquí se enfatiza el vínculo de las viviendas colaborativas con los equipamientos, pero también dirigidos estos equipamientos a alojamientos residenciales para mayores enfocados en el envejecimiento activo y cuidados. Es la norma más clara a estos efectos”, expuso Iglesias, que puso como último ejemplo la legislación madrileña. 

En ella (Resolución 940/2022 del 1 de marzo) se puede leer que “las viviendas colaborativas para las que se solicite la autorización como centro residencial se destinarán a la promoción del envejecimiento activo y la autonomía personal y a la atención a las situaciones de dependencia de las personas mayores, y se basarán en modelos de apoyo y atención centrados en la persona”. Además, también especifica dicha Resolución que “las personas físicas podrán ser titulares de los derechos de usufructo o de habitación de estas viviendas colaborativas mediante cualquier título admitido en derecho, no admitiéndose el derecho de propiedad sobre las mismas. Cada persona física podrá ser titular de derechos sobre una única vivienda colaborativa en un centro residencial”. 

En esta, comentó Iglesias, se ponen límites “bastante claros” a la utilización de estas viviendas colaborativas, “de forma que impide que pueda haber un derecho de propiedad”. El ponente consideró que la regulación expuesta “es un mal comienzo”, ya que se aprecia que “son cuatro modelos radicalmente diferentes”. “Yo creo que esto no tiene ningún sentido”, subrayó, para añadir que su propuesta personal es que se implemente una legislación estatal. 

“Echo de menos que esta regulación autonómica pueda ser consensuada entre las comunidades autónomas y el Estado. Cada comunidad regula de una forma diferente algo en lo que nos jugamos mucho. El porcentaje de mayores es creciente y creo que hay una demanda potente de nuevas formas de vida de los mayores”, resumió. 

Durante su intervención, Iglesias expuso que “tenemos un sistema de planificación urbana absolutamente anquilosado, antiguo y obsoleto”. Entre sus propuestas finales, Iglesias mencionó cinco. Definición estatal de senior living y características técnicas básicas; la localización de usos debe depender del planeamiento, pero no necesariamente la definición de usos; definición de usos y su compatibilidad por legislación autonómica (o estatal); régimen de compatibilidad director del senior living sin necesidad de modificación del planeamiento urbanístico (salvo en suelo industrial); cambiar régimen de usos, permitiendo todos los usos, salvo prohibiciones motivadas. 

”Soy mayor”, o cómo alargar la vida 7 años más

El 48% de los españoles teme estar solo al hacerse mayor. El 44% cree que el soporte de la familia a los mayores es fuerte en España, pero el 27% afirma que solo él es responsable de tener y de procurarse una calidad de vida de mayor. Los datos, ofrecidos durante la ponencia por Paula Fuentes, Managing Partner Consultores FB, constatan que los miedos que atraviesan las personas mayores son realmente importantes. Para contrarrestarlos, lo primero es tener la capacidad para identificarlos y expresarlos, como aseguró la también coach. 

La aceptación de la vida adulta, el saber que nos hacemos mayores, no es tan solo una prueba de madurez, sino que también beneficia la salud. Estudios de la Universidad de Yale, del Instituto para la Salud Pública, citados por la ponente, constatan que “una persona que tenga ganas de vivir y que acepte el envejecimiento, que acepte que está siendo mayor, vivirá 7 años más”. La ponente consideró crucial saber gobernar nuestro mundo emocional para “ser más felices no solo en el otoño de nuestras vidas, sino en cualquier momento”.

Durante la ponencia se arrojaron algunos datos. Según cifras del INE, la población española está bastante envejecida. Casi el 10% de la población tiene 75 años o más, es decir, 4,73 millones de personas. De estas, el 35,1%, de las mujeres y el 14,7% de los hombres viven solas. El interés por las personas mayores es relativamente reciente. La asamblea general de las Naciones Unidas empieza a pensar en 1990 que la población se envejece en el primer mundo y que hay que hacer algo. Lo hace través de una resolución –la 45/16–, que instituye el 1 de octubre como el día de las personas mayores.

Fuentes aportó algunos hechos curiosos. Por ejemplo, citó acciones que han emprendido en Harvard y Yale. Como la de unas gafas tecnológicas que permiten percibir las emociones de las personas y saber cómo reaccionan. “Está comprobado que, a partir de la edad adulta, de 50 para arriba, empezamos a percibir más las emociones positivas que las negativas. Es un sesgo cognitivo que tenemos en nuestra cabeza para evitar cargar nuestra mente con acontecimientos negativos”, expuso. 

Además de explicar cómo se forma una emoción, o explorar emociones como ira, tristeza, amor o miedo, Paula Fuentes subrayó que el hombre en el mundo emocional se rige básicamente por tres cosas muy importantes: necesidades, creencias y ritmos. “Cuando las personas van siendo mayores, estas son un batiburrillo porque tienen necesidades de que vayan a verlos y la gente está ocupada. Tienen necesidades de poder decir las cosas y no les sale. O porque tienen necesidades probablemente económicas porque ya no ganan lo de antes. En el caso de los ritmos también es un caos. De repente se dan cuenta que no pueden hacer ciertas cosas o que no pueden seguir conversaciones. Luego, tienes unas creencias. Por ejemplo, has creído que tu vida iba a ser de una manera y te das cuenta que es de otra. Es importante que en el mundo emocional en el que nos movemos aprendamos a entender nuestras emociones”, resaltó Fuentes, que insistió en que es muy importante también el diálogo interno.

Asimismo, la ponente advirtió que en la gestión de las emociones hay tres partes muy importantes: autoconocimiento, automotivación y autocontrol. Para concluir, la Managing Partner Consultores FB, invitó a racionalizar las emociones, no juzgarnos, vivir el momento presente, mantener la juventud mental y no dejar de emprender actividades de índole social o cultural que nos hagan sentir bien. 

Por último, la jornada finalizó con la apertura de un turno de preguntas y debate por parte del público asistente y virtual. Por ejemplo, Cristina Argelich, Profesora de Derecho Civil de la Universidad Autónoma de Madrid, subrayó que le llama la atención determinados inmuebles que se arriendan. Sobre todo, aquellos ejemplos de edificios con seis o siete alturas sin ascensor, pero con las ventanas cambiadas. “Creo que habría que replantear este tipo de cuestiones”, dijo. Por su parte, Felipe Iglesias, ahondando en el tema de la regulación afirmó que vivimos en un país “hipernormativizado”. “Yo soy una firme partidaria de compartir. El ser humano está hecho para compartir. En las tribus, las personas mayores siempre están en el centro de la casa. Todo el mundo los cuida. El que pueda, que tenga a sus padres en casa. No pueden vivir solas las personas mayores. No es bueno para sus cabezas”, concluyó Fuentes.

Puedes acceder a la grabación íntegra del evento en este enlace.