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25/09/2007 04:23:00 Redacción NJ UNIÓN EUROPEA 5 minutos

El Parlamento Europeo debate la creación de una política exterior común en el ámbito de la energía

La seguridad energética se ha convertido en un asunto prioritario por muchas razones, especialmente tras el conflicto del gas entre Rusia y Ucrania en enero de 2006 y la subsiguiente crisis de suministro, que afectó a varios Estados miembros, lo que desató la alarma en la UE.

El Parlamento Europeo debate el Informe presentado por Jacek Saryusz-Wolski sobre la creación de una política exterior común europea en el ámbito de la energía (2007/2000(INI)), que responde al temor de la UE ante la situación de dependencia energética en la UE y las posibles crisis de suministro.

Señala el informe que "aun suponiendo que la UE pudiera explotar la eficiencia energética y las energías renovables en las próximas dos décadas, nuestra dependencia del petróleo y el gas no disminuiría espectacularmente. Podemos reducir la dependencia; pero no librarnos de ella. Por lo tanto, tendremos que buscar más allá de nuestras fronteras y competir cada vez más por la energía, por lo que conviene gestionar esa dependencia mediante una política exterior energética común provista de los instrumentos apropiados".

En su documento sobre «Una política exterior al servicio de los intereses energéticos de Europa», presentado en 2006 ante el Consejo Europeo, el Alto Representante ha planteado la cuestión al reclamar una mayor reflexión que desemboque en un plan de acción global. Su adopción por el Consejo en marzo de 2007 indudablemente ha contribuido a la consolidación del mercado interior de la energía interior, pero en el ámbito de la política exterior de la energía el progreso ha sido demasiado modesto, pues se basa en declaraciones y no en un plan concreto para la aplicación de una nueva y ambiciosa política.

Según el Informe, ha llegado el momento de superar los marcos existentes, por lo que reclama la aplicación de una política exterior común europea en el ámbito de la energía provista de instrumentos apropiados, que se base en la solidaridad, la diversificación y la promoción de la sostenibilidad.

Las propuestas clave de la iniciativa serían los siguientes:

  1. La designación de un alto funcionario de la Política Exterior en el Ámbito de la Energía, que asuma una doble representación y sea responsable de la coordinación de todas las políticas adscritas al ámbito de la política exterior común europea en el ámbito de la energía (por ejemplo, la energía, el medio ambiente, el comercio, el transporte y la competencia). La creación coherente de sinergias permitiría apuntalar la capacidad de la UE de proteger sus intereses de seguridad energética. Esta «novedad» institucional constituye una herramienta importante. Deberíamos recordar a Jean Monnet, quien dijo que «nada funciona sin el ancla institucional".

  2. El llamamiento a la Comisión de que establezca antes de que concluya 2007 una «hoja de ruta» precisa que desemboque en la creación de tal política, indicando los objetivos, fines y etapas a medio y a largo plazo, que deberán ir acompañados de un calendario específico de ejecución. El ponente considera que así resulta necesario para disparar una dinámica interna y pasar de las declaraciones a la acción. A tal efecto, pide a la Comisión que presente al Parlamento un informe anual sobre los progresos realizados en la ejecución de los principales objetivos de esa nueva política, incluida la evaluación de la observancia por parte de terceros países de las normas que gobiernan el mercado interior de la UE, como la transparencia, el principio de reciprocidad y el cumplimiento de las normas en materia de competencia de la UE. El ponente insiste en que el PE siga de cerca los progresos en el desarrollo de esa nueva política.

  3. La necesidad de desarrollar una diplomacia energética general que no se centre sólo en la propia seguridad de abastecimiento de la UE. La seguridad energética debería constituir una de las piedras angulares de la política de vecindad. La estrecha colaboración en el ámbito energético y la posibilidad de compartir reservas energéticas son la mejor manera de crear confianza.

  4. La inclusión en los Tratados de disposiciones concretas que comprendan la seguridad del suministro, el tránsito y la inversión, como ya se indicó en el mandato de negociación para la nueva reforma del Tratado. De hecho, el deseo del ponente sería otorgar a la UE la competencia institucional de negociar el marco político global de seguridad energética con los países productores y de tránsito.

  5. La consulta entre los Estados miembros y la Comisión sobre las decisiones estratégicas en materia de acuerdos bilaterales con terceros países, proponiendo que, cuando se hayan celebrado acuerdos bilaterales que pudieran afectar a los intereses de otro Estado miembro o a la UE en su conjunto, la Comisión y los Estados miembros colaboren para neutralizar todo efecto negativo de tales acuerdos. Éste es un corolario práctico del principio de solidaridad y se refiere a decisiones ya adoptadas como la construcción del trazado báltico. Conviene prestar particular atención a la creación de infraestructura energética de crisis para el gas, que podría utilizarse para ayudar a los Estados miembros con problemas.

  6. La inclusión de la llamada «cláusula de seguridad energética» en todos los acuerdos con los países productores y de tránsito, estableciendo un código de conducta y definiendo explícitamente las medidas que convendría adoptar en caso de que alguno de los socios perturbara el suministro.

  7. El carácter prioritario de todos los proyectos de diversificación para la creación de nuevos corredores de transporte como el corredor europeo de la energía Mar Caspio - Mar Báltico, en particular al gasoducto Nabucco, la interconexión de las redes de electricidad, la construcción de los anillos euromediterráneos de infraestructura de gas y electricidad y el proyecto Odessa-Gdansk. Todos los instrumentos, desde el diálogo político hasta las políticas comunitarias como el comercio, el desarrollo, la competencia, la investigación, el medio ambiente, las ayudas y los préstamos financieros, incluidos los del BEI, EBR, deberían utilizarse de manera coherente para acelerar la realización de esos proyectos de infraestructura.

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