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16/03/2023 17:03:43 José Augusto García Navarro ENVEJECIMIENTO 4 minutos

El traje nuevo del emperador o el rey desnudo. Jubilare quiere ser el niño

El envejecimiento es inevitable, pero no es un problema sino una oportunidad. Una etapa de la vida llena de retos. Y que lo hemos de empezar a poner en nuestras agendas para luchar por hacer que sea un tiempo de vida satisfactorio y positivo desde ahora mismo

José Augusto García Navarro

Presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología

Hans Christian Andersen, escritor y poeta danés del siglo XIX, escribió una deliciosa fábula acerca de un rey que, en la búsqueda de la elegancia y belleza más excelsa, se dejaba engañar por un sastre timador que, adulándole con palabrería rimbombante, le hacía creer que le tejía un traje tan maravilloso que sólo los hombres sabios lo podían ver.

En realidad, el traje no existía, pero el rey fingía que lo veía y le dedicaba grandes elogios a aquel sastre que le había hecho aquel traje de belleza indescriptible… ¡Pobre rey que sólo se veía en el espejo vestido con su ropa interior!.. Pero no sería él quién lo revelase a nadie… más valía callar y fingir ser sabio.

Y la mentira del sastre duró mucho tiempo, hasta que, en un acto público, un niño, cargado de la inocencia y espontaneidad de la infancia se atrevió a decir en voz alta: ¡El rey está desnudo!

Y el niño desencadenó en todos los presentes un escalofrío perturbador. Y una llamada de atención. El niño está en lo cierto, pensaban todos. Y, además, lo dice en voz alta. Pero no está en lo cierto sólo por lo que ve, que todos lo vemos, está en posesión de la certeza más absoluta, porque, además, lo dice. ¡Y se atreve a decirlo desde su ingenuidad infantil!

Y esta reacción del niño desencadenó que todos se sumasen y, en medio de una gran trifulca, desenmascarasen al sastre embaucador.

En cómo afrontamos el envejecimiento de la población de España y nuestro propio envejecimiento individual podemos elegir ser como el rey, como el sastre, como los ciudadanos o como el niño del cuento de Hans Christian Andersen.

Si elegimos ser como el rey pensaremos que el envejecimiento se puede esconder o evitar. Y esto es lo que hacen muchos tratamientos estéticos que intentan anular arrugas en la piel, canas en nuestros cabellos, flaccidez en nuestros músculos y caídas en nuestros hombros. Pero para afrontar así el envejecimiento tendremos que mirarnos al espejo cada mañana y fingir que no nos vemos desnudos.

Si elegimos ser como el sastre y montar una realidad paralela para no afrontar el envejecimiento, acabaremos descubiertos por la realidad y el paso del tiempo. Al final se descubrirá nuestro engaño y no habremos ganado nada, salvo que, más tarde o más temprano, la realidad se impondrá. Y nosotros seremos unos impostores, por no querer ni aceptar que hay trajes que no se pueden tejer.

Si elegimos ser como los ciudadanos del cuento, mirando hacia otro lado sin asumir la verdad y actuando de forma pasiva, el tiempo pasará sin darnos cuenta. Un día seremos viejos y no sabremos cómo hemos llegado aquí… hasta que un niño nos saque del letargo y despertemos sin saber cómo hemos llegado, y cómo, de repente, somos mayores. Sin haber disfrutado del camino de llegar a serlo.

Pero si elegimos ser como el niño, habrá que asumir la realidad. Y disfrutar de ella. Y ser activo.

Si elegimos ser como el niño estamos eligiendo que el envejecimiento es inevitable, pero no es un problema sino una oportunidad. Una etapa de la vida llena de retos. Y que lo hemos de empezar a poner en nuestras agendas para luchar por hacer que sea un tiempo de vida satisfactorio y positivo desde ahora mismo.

Hacer que las personas mayores tengan nuevas oportunidades de trabajo, inicien nuevos proyectos empresariales y personales, participen en los órganos de decisión políticos, intercambien sus valores y propósitos vitales con las generaciones más jóvenes, diseñen los servicios de atención sanitaria que necesitan, participen en cómo hacer posibles cuidados dignos cuando necesiten ayuda para su vida diaria o se sientan parte activa de su barrio, de su pueblo o de su ciudad. Luchar contra las amenazas más graves del envejecimiento que son la soledad no deseada y la pobreza. Introducir nuevas dinámicas entre las generaciones de los de más de ochenta años y los de menos de quince. Pensar en cómo ponemos en valor los activos económicos que hemos ahorrado durante toda la vida. Cómo hacemos posible que la vejez se vea de forma positiva. Cómo hacemos que el aprendizaje sea continuo a largo de toda la vida. Cómo podemos ser voluntarios con más de ochenta años… y atletas… y aventureros… y escritores cuando siempre habíamos sido lectores… y jóvenes más años.

Cómo hacer que ser mayor sea un valor.

Puedes elegir ser rey, sastre, ciudadano anónimo o niño. En Jubilare hemos elegido ser niños.

Perdonadnos si en alguna ocasión os causamos intranquilidad cuando gritemos: ¡El rey está desnudo!
PD: El próximo 23 de marzo celebramos una sesión para abordar cómo atender a las personas mayores con dependencia y enfermedad crónica múltiple fuera de las residencias de ancianos, en su propio domicilio… ¿Es posible? ¿Quiénes son aquí el rey, el sastre, los ciudadanos…? El niño estamos seguro de que ya sabes quién es.

JUBILARE

Organizado por el Colegio de Registradores en su iniciativa Jubilare, el próximo 23 de marzo a las 18,00 h. tendrá lugar en el salón de actos de IMSERSO (c/ Ginzo de Limia, 58, Madrid), Sede de la UMER (Universidad de Mayores de Experiencia Recíproca) un nuevo seminario que también podrá seguirse por TEAMS.

«Nuevo modelo de Cuidados de Larga Duración: ¿Cómo mejorar la atención a las personas mayores con dependencia? ¿Está acabado modelo residencial?»

Programa de la jornada e inscripciones en este enlace.

 

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