Noticias JurídicasOrigen https://noticias.juridicas.com

Conocimiento Artículos doctrinales
01/10/2011 04:00:00 CRIMINOLOGÍA 23 minutos

Criminología sexual: la huella humana

Las modalidades sexuales menos convencionales en la antigüedad eran denominadas perversiones, abominaciones, degeneraciones, desviaciones sexuales y más recientemente parafilias donde se agrupan comportamientos como el masoquismo, el sadismo, la necrofilia y la paidofilia entre otros.

Margarita Rosa Robayna Perera

No es la prudencia lo que distingue al hombre de la bestia
Thomas Hobbes

La Audiencia Provincial de Madrid condenó a 58 años de prisión a Álvaro I. G., alias Nanysex, al considerarlo autor de cinco delitos continuados de abusos sexuales y de seis delitos de corrupción de menores. Nanysex abusó sexualmente de cinco niños entre 2002 y 2004 en Murcia y en Madrid. Grababa los abusos en vídeo y luego los distribuía por Internet. Obligaba a los niños a practicarle felaciones y se masturbaba en presencia de los menores, aprovechando su trabajo de canguro. También fueron condenados José G. C. (31 años), Eduardo S.M. (14) y a Antonio O.M. (3), que acompañaban a Nanysex durante los abusos. El primero llegó a penetrar analmente a alguna de sus víctimas.

A finales de los noventa comenzaron a salir a la luz denuncias contra sacerdotes y religiosos católicos, principalmente en Estados Unidos y Australia, acusados de abusos sexuales a menores, cometidos durante la segunda mitad del siglo pasado. Un informe de la BBC, de 2004, señalaba que el 4% del clero católico de EE UU ha estado implicado en prácticas sexuales con menores (unos 4.000 sacerdotes en 50 años). Más de un centenar de miembros de la Iglesia Católica australiana han sidocondenados por abusar sexualmente de un millar de víctimas.

Lo que deslinda el ensayo de otros géneros literarios es un rasgo propio: lo sugiere la palabra misma, la palabra ensayo proviene del latín tardío: exagium, es decir, el acto de pesar algo. Ensayar, es pesar, probar, reconocer y examinar, es un producto de largas meditaciones y reflexiones, lo esencial es su sentido de exploración, su audacia y originalidad, es el efecto de la aventura del pensamiento. Pero hay una condición esencial que todos debemos cumplir: la claridad de expresión, esta transparencia que puede dar al lector una mayor comprensión de la autenticidad del pensamiento plasmado pero, además, te exige rigor, implica la responsabilidad de exponer las propias ideas y opiniones y respaldarlas con el compromiso de la firma personal. No podré evitar hacer uso de cuatro disciplinas, las cuatro aristas de un círculo concéntrico, periodismo, derecho, ciencias políticas y criminología.

El por qué de este trabajo sobre la pederastia y la pedofilia, crímenes sexuales, requieren una respuesta por mi parte, todo tiene un antecedente lógico que a modo de silogismo te conduce al resultado final, en mi cabeza no dejan de retumbar, de golpearme, una y otra vez las diferencias, las imágenes a las que tuvimos acceso aquellos días de clase, ha sido el tema principal, mi sensibilidad fue tal que inicié una introspección y un rastreo por las noticias que se iban sucediendo, así redescubrí a Dutrox, el caso belga, la mancha sexual, esa huella humana que esta inoculada en la sociedad, ese oscuro objeto de deseo, pensamiento mágico, la transmutación, la posesión, el control, el angelismo, las denuncias de pederastia contra la iglesia católica, la magnanimidad. He sido criada en el seno de una familia ultracatólica, cuando era pequeña recuerdo con nitidez como mi madre se arrodillaba en el cabecero de la cama frente a una imagen pegada a la pared, no existía mas verdad que esa, era universal, no controvertida, una falacia simbólica.

Alguien muy sabio me dijo nunca andes por el camino trazado pues él te conduce únicamente hacia donde los otros fueron.

He sido osada, lo reconozco y he conjugado en todo su haber el verbo leer, el paso previo a todo proceso de investigación. El verdadero ensayista debe poseer un dominio de la materia y dosis de cultura general para desarrollar un tema artísticamente a la manera de un motivo musical que se desenvuelve a través de ricas y variadas relaciones tonales, es también una especie de divulgación y un juego brillante por el mundo de las ideas.

Una voluntad de estilo. José Ortega y Gasset lo definió como la ciencia sin la prueba explícita.

Usaré un método multidisciplinar; método hipotético-deductivo con el apoyo auxiliar del método dialéctico-comparativo, la metodología es normativa, valora, pero también es descriptiva, expone, o comparativa, analiza, en el método hipotético-deductivo se plantea una hipótesis que se puede analizar deductiva o inductivamente y posteriormente comprobar experimentalmente que la parte teórica no pierde su sentido, por ello la teoría se relaciona posteriormente con la realidad, se combinan, así, los métodos lógicos y los empíricos, con el apoyo auxiliar para esta investigación, del método dialéctico.

La característica esencial del método dialéctico es que considera los fenómenos históricos y sociales en continuo movimiento, afirma que todos los fenómenos se rigen por las leyes de la dialéctica, es decir, que la realidad no es algo inmutable, sino que está sujeta a contradicciones y a una evolución y desarrollo perpetuo, por lo tanto, propone que todos los fenómenos sean estudiados en sus relaciones con otros y en su estado de continuo cambio, ya que nada existe como un objeto aislado, el punto material de arranque es el seguimiento hecho en prensa escrita durante este año 2011, sus casi seis meses, a las informaciones publicadas sobre criminalidad sexual.

Saber si la crueldad humana tiene límites, si la criminalidad sexual se perfecciona con el tiempo, si la triada criminosexual se contextualiza en estas tres instituciones; iglesia, familia, escuela, si el control policial de los contenidos webs ha aumentado, datos estadísticos, son cuestiones a verificar,

No existe documento de cultura que no sea también un documento de barbarie. El desarrollo orgulloso de la civilización ha avanzado, desde el inicio, de la mano de la conciencia amarga de la crueldad del poder y de la fuerza.

Si a este trabajo hubiera que ponerle una banda sonora esa sería Sacrifice de Lisa Gerrad.

El gran espectro del sexo

Las modalidades sexuales menos convencionales en la antigüedad eran denominadas perversiones, abominaciones, degeneraciones, desviaciones sexuales y más recientemente parafilias donde se agrupan comportamientos como el masoquismo, el sadismo, la necrofilia y la paidofilia entre otros.

Se llama parafilia a todo estado en el que la excitación sexual y la gratificación del individuo están supeditadas por entero a la fantasía recurrente de una experiencia sexual insólita que se convierte en el foco principal de la conducta sexual.

La parafilia puede girar en torno a un objeto sexual concreto, por ejemplo los niños, los animales o la ropa interior; o a un acto sexual determinado, por ejemplo infligir dolor o realizar llamadas telefónicas obscenas.

Por más que algunas parafilias parezcan tan ajenas que cueste comprender cómo pueden excitar a un ser humano, muchas parejas que desean imprimir un poco de variedad a sus técnicas sexuales habituales a menudo recurren a los actos parafílicos en versiones suavizadas o moderadas. Por ejemplo, hay personas a las que les excita cierto tipo de lenguaje obsceno y grosero, otras desean que se les muerda o arañe durante el acto sexual y, algunos individuos, se excitan viendo desnudarse a su compañero o a su compañera. Cada uno de estos actos inocuos, magnificados hasta el punto de la dependencia psicológica, podría transformarse en una parafilia.

La parafilia se distingue de la experimentación sexual esporádica del mismo modo que la dependencia al alcohol se diferencia del consumo ocasional del mismo: para gozar un rato de exaltación mental. La persona que sufre una parafilia real, se ve asaltada continuamente por la idea de alcanzar la satisfacción sexual hasta el extremo de verse seriamente distraída de otras responsabilidades.

Es importante tener en mente que las manifestaciones de la diversidad sexual pueden presentarse tanto a nivel no erótico como a nivel erótico, y que tan exhibicionista es una persona que se abre el abrigo en la puerta de una escuela, como un actor, una actriz o un conductor de programas de T.V.; una persona fisgoneando en las ventanas con sus binoculares puede ser tan voyeurista como un psicoanalista; un coleccionista de juguetes sexuales puede presentar el mismo grado de fetichismo que una mujer sofisticada y elegante, el sadismo puede estar presente tanto en un verdugo como en un dictador sudamericano, así como el masoquismo en un esclavo como en una esposa sumisa, la paidofilia en un violador de niños como en un maestro con ética, la gerontofilia en un asaltador de asilos como en un buen hijo, etc.

Todas las manifestaciones tienen niveles, desde el jugar con tu mascota (zoofilia a nivel no sexual), hasta el tener que vivir una manifestación como exclusiva para sentir placer, llegan a ser dañinas cuando se lastima a terceras personas que no están conscientes de lo que están haciendo o de las consecuencias que sus actos implican, cuando se daña a uno mismo ya sea por dejar de lado situaciones normales de la vida, o por cometer actos ilícitos por encontrar satisfacción sexual. Todas las manifestaciones pueden ser vividas de distintas maneras para no hacer daño a terceros o a uno mismo, por ejemplo cuando hay paidofilia pedirle a su pareja que se disfrace de niña o niño, y de esta manera desarrollar la fantasía sin lastimar.

Pederastia y pedofilia: el estado de la cuestión

La pedofilia o paidofilia [del griego ?????????? y éste de ?????? (paidós) o ???? (país), muchacho o niño y ????? (filia), amistad) es la inclinación de las personas a sentir una atracción sexual primaria hacia niños prepúberes. Es una cronofilia; es decir, una parafilia en la que la edad del sujeto es discordante con la edad del objeto de la atracción sexual. La Real Academia Española prefiere paidofilia (etimológicamente más correcta) sobre pedofilia, si bien esta segunda forma es más usada.

Pedófilo es el adulto que se interesa amorosa o sexualmente por niños o preadolescentes, es decir, aquellos que aún no han tenido el despertar sexual. Podría ser un adulto hombre o mujer, interesado por niños o niñas (desde bebés hasta preadolescentes). Hay una variedad distinta de la pedofilia, la hebofilia, en que el adulto se interesa por adolescentes, aquellos que ya han tenido el despertar sexual pero aún no son adultos. Un hebófilo no se interesa por niños pequeños.

Pedofilia y pederastia son patologías distintas en la concreción de la perversión está la diferencia, la diferencia está en la acción. Esa acción que llevará a cometer un delito. Los pedófilos no pasan a la acción. Sí lo hacen los pederastas. Es la acción que conlleva a la práctica sexual con un menor que implica un abuso por parte del adulto. Es decir, un pedófilo sería una persona que se siente atraído por los niños y un pederasta es alguien que comete un delito sexual o un abuso con un niño. Se concluye entonces que todos los pederastas son pedófilos pero no todos los pedófilos son pederastas. La diferencia consiste en el acto. El pederasta es la persona que traspasa la fina línea de observar, masturbarse y recrearse con los videos y fotos de menores y lo traslada a un plano físico.

Se ha considerado a la pedofilia como una forma de homosexualidad. La psicología del siglo XX ha desterrado ese mito ya que la pedofilia es también heterosexual.

Según estudios realizados, la mayoría de los pedófilos presenta una personalidad inmadura, problemas de relación, baja autoestima con fuertes sentimientos de inferioridad. Por lo general suelen ser más reservados y solitarios.

Se encuentran fijados en períodos de su propia infancia que las vivencian como idílica. Esto les impide encontrar a su objeto de deseo en un par y la intentan con alguien, en su fantasía, igual a él. Un niño a quien ven más inmaduro o débil y a quienes en última instancia pueden dominar.

Un reglón aparte lo merecen los “pedosádicos” que son individuos que tienen una tendencia a la violencia con los más débiles, en este caso los niños, causándole un daño. Está comprobado que factores que favorecen la pedofilia violenta en los adultos son el haber sido violados o tratados con crueldad en la infancia, la pertenencia a ambientes familiares disgregados, o/y el haber asistido como espectador incapaz o imposibilitado de reacción a acciones violentas contra familiares o allegados. Otros factores de riesgo más indeterminados y con mayor variedad cuantitativa y cualitativa en la configuración de personalidades pedófilas son el temperamento, la edad, la calidad de lazos afectivos en la infancia, o la capacidad de reacción y distanciamiento frente a experiencias angustiantes” (Francesc Xavier Moreno Oliver, doctor en Psicología y profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona).

En su mayoría los pedófilos no son violentos y esto, más allá de ser un signo de tranquilidad, es todo lo contrario porque ejercen una seducción muy marcada hacia los niños con lo cual detectan y exploran su vulnerabilidad, observando su entorno y midiendo las posibilidades de conquista. Están persuadidos de que sus conductas son originales y creativas aportándole al niño vivencias que ayudaran a su maduración y es la sociedad quien le impide que desarrolle un vínculo normal de afecto. Más allá de este pensamiento, generalizado y sostenido por distintas asociaciones de pedófilos, la pedofilia es una perversión.

El pederasta es el pedófilo que pasa a la acción incurriendo en un delito o no dependiendo de las circunstancias y edad del menor. Un adulto jamás podrá tener (con la ley en la mano) relaciones sexuales con niños menores de trece años. A partir de trece, si existe consentimiento expreso del menor sin coacción de ningún tipo, no existe delito.

En el momento exacto en el que el adulto ofrece dinero al menor a cambio de favores sexuales, el adulto incurre en un delito de incitación a la prostitución a un menor, penado con hasta ocho años de cárcel.

De manera genérica, se considera abuso sexual infantil o pederastia a toda conducta en la que un menor es utilizado como objeto sexual por parte de otra persona con la que mantiene una relación de desigualdad, ya sea en cuanto a la edad, la madurez o el poder. Se trata de un problema universal que está presente, de una u otra manera, en todas las culturas y sociedades y que constituye un complejo fenómeno resultante de una combinación de factores individuales, familiares y sociales.

Supone una interferencia en el desarrollo evolutivo del niño y puede dejar unas secuelas que no siempre remiten con el paso del tiempo. El abuso sexual constituye una experiencia traumática y es vivido por la víctima como un atentado contra su integridad física y psicológica, y no tanto contra su sexo, por lo que constituye una forma más de victimización en la infancia, con secuelas parcialmente similares a las generadas en casos de maltrato físico, abandono emocional, etc.

Si la víctima no recibe un tratamiento psicológico adecuado, el malestar puede continuar incluso en la edad adulta.

En su mayoría, los abusadores son varones (entre un 80 y un 95% de los casos) heterosexuales que utilizan la confianza y familiaridad, y el engaño y la sorpresa, como estrategias más frecuentes para someter a la víctima. La media de edad de la víctima ronda entre los 8 y 12 años (edades en las que se producen un tercio de todas las agresiones sexuales). El número de niñas que sufren abusos es entre 1,5 y 3 veces mayor que el de niños.

Según un cálculo de las llamadas «cifras ocultas», entre el 5 y el 10% de los varones han sido objeto en su infancia de abusos sexuales y, de ellos, aproximadamente la mitad ha sufrido un único abuso.

Los abusos a menores de edad se dan en todas las clases sociales, ambientes culturales o razas. También, en todos los ámbitos sociales, aunque la mayor parte ocurre en el interior de los hogares y se presentan habitualmente en forma de tocamientos por parte del padre, los hermanos o el abuelo (las víctimas suelen ser, en este ámbito, mayoritariamente niñas). Si a estos se añaden personas que proceden del círculo de amistades del menor y distintos tipos de conocidos, el total constituye entre el 65-85% de los agresores.

Los agresores completamente desconocidos constituyen la cuarta parte de los casos y, normalmente, ejercen actos de exhibicionismo; sus víctimas son chicos y chicas con la misma frecuencia. El 20-30% de los abusos sexuales a niños son cometidos por otros menores.

Es un acto considerado delito por la legislación internacional y la mayoría de los países modernos, aunque no siempre haya una correspondencia entre el concepto psicológico y el jurídico del problema y no exista consenso sobre los procesamientos jurídicos de los abusadores.

Los testimonios de las personas que han sido objeto de abusos sexuales suelen ser ciertos. Respecto de los adultos, el síndrome de la «memoria falsa» suele ser poco frecuente debido a que se trata de sucesos que dejan una impronta muy relevante en la memoria. En cuanto a los niños, solo un 7% de las denuncias resultan ser falsas; el porcentaje aumenta considerablemente cuando el niño está viviendo un proceso de divorcio conflictivo entre sus padres.

El límite que traspasa la evolución natural de la sexualidad infantil y nos permite hablar de una sexualidad abusiva se produce en el momento en que el/la menor pierde el control sobre su propia sexualidad y con ello del autodescubrimiento de su cuerpo y su placer para ser instrumentalizado en beneficio de un placer ajeno del que no es protagonista, y con una persona con la que está en una relación de asimetría de algún tipo de poder: control, edad, madurez psicológica o biológica.

Históricamente, la pederastia (del griego ???????????, paiderastía (siendo páis o paidós: muchacho o niño; y erastês: ‘amante’) no ha sido asociada necesariamente al abuso. En la Antigua Grecia, por ejemplo, era la simple relación entre un adolescente y un adulto. Etimológicamente, tanto pedofilia (paidós: niño, filia: amistad, amor) como pederastia (paidós: niño, erastos, eros: deseo sexual) se basan en el término paidós: niño.

En la antigua Atenas, la relación sexual entre un adulto y un joven púber, siempre con el consentimiento de este, se denominaba pederastia, y se consideraba como un elemento más en la relación entre un docente y su discípulo: el amor entre ambos favorecía la transmisión del saber y de las leyes ciudadanas. Por el contrario, el sexo con sujetos prepúberes, denominado pedofilia, era castigado con condenas que podían llegar a la pena de muerte.

En la Roma antigua, por su parte, la pederastia estaba muy difundida, pero sin las justificaciones de los griegos, y la pedofilia era también condenada

Con todo, simultáneamente había puntos de vista de tipo moral-psicológico que condenaban cualquier tipo de contacto sexual entre adultos y menores; así, por ejemplo, Platón o Suetonio.

El término paedophilia erotica fue acuñado en 1886 por el psiquiatra vienés Richard Von Krafft-Ebing en su trabajo Psychopathia Sexualis, en el que lo describió como el interés sexual dirigido sólo hacia jóvenes prepubescentes, sin incluir a adolescentes, un interés que desaparecería con la aparición de los primeros signos de vello púbico.

Reflexiones

En diversos análisis, estudios y opiniones se ha dicho que una gran parte de los problemas que hoy vivimos tienen su origen en la sociedad. Se habla de la descomposición del “tejido social”. Y cómo no si en cualquiera de las aéreas que analicemos es el material humano la causa de fondo.

En otras palabras, si los políticos son irresponsables, ineficientes, corruptos y demagogos, nada debe extrañarnos. Son producto de esta sociedad. Nosotros, la colectividad, los creamos. Si los policías son corruptos y desleales a la sociedad y a su corporación, ¿por qué nos sorprendemos? Si existen sacerdotes pederastas, secuestradores, médicos violadores, narcos ¿De qué nos espantamos? Todos son producto de esta sociedad.

Me surge la duda razonable, porque de la minuciosa observación del comportamiento desviado de un comerciante abusivo, o de un taxista ladrón o de un mecánico irresponsable, no me queda más que llegar a una conclusión: son el reflejo real de esta sociedad enferma.

Y la enfermedad es “negación de la otredad”. La “otredad” es un término elaborado en el campo de la Antropología Cultural durante el siglo XX, designando el objeto de estudio de esta disciplina: la alteridad cultural. Es decir, partiendo del reconocimiento de lo diverso, de lo diferente, buscar el punto exacto de interacción con el yo, o sea el que no es el otro. El “otro”, soy yo, porque cuando no lo veo se vuelve contra mí.

Creo que todos nos escandalizamos cuando se descubren casos de abuses sexuales a menores. Casos de abusos por parte de sacerdotes de la Iglesia Católica. Tenemos casos en Alemania, Irlanda o España. Pese a la petición de perdón del Papa, las nuevas diligencias en el seno de la Iglesia contra la pederastia o la inhabilitación como sacerdotes u obispos de algunos, que no todos, miembros de la Iglesia implicados, los casos siguen multiplicándose.

El que el humano sea la especie dominante, es cosa de la inteligencia y saber manejar los instintos sexuales, del mono primitivo, por parte de las hembras. Las "monas" que mantenían un celo más largo, conseguían que los machos permanecieran durante todo ese tiempo, con ellas, atraídos por la posibilidad de practicar el sexo, lo que proporcionaba a la hembra una protección propia y de la prole, y la aportación de comida para ambos, que les conseguía el macho que permanecía con ellas, algo que no conseguían aquellas otras que no lo tenían. Por selección natural, las menos "protegidas" fueron desapareciendo, dando paso a aquellas otras en las que el "celo" era más largo.

La prostitución masculina para mujeres es algo casi anecdótico, los escándalos sexuales en los que las protagonistas son las mujeres son mínimos, aunque en julio del 2010, la prensa se hiciera eco del caso de la dueña de L´Oreal, Liliane Bettencourt, en la mayoría de estos casos, si se estudian detenidamente, no es el sexo sino otras consideraciones los que han provocado estas situaciones. La pornografía, es fundamentalmente de consumo masculino, y la utilización de sexo por parte de estas las mujeres tiene connotaciones eminentemente económicas (punto aparte de los abusos, trata de blancas y presiones de los proxenetas, que deberían ser tratados con mayor dureza).

El sexo, es la mayor arma del arsenal con la que se puede provocar un desprestigio, personal o de instituciones.

Propuestas de política criminal

  • Es importante enfatizar que los abusos a menores no son, desde luego, monopolio de la Iglesia Católica. Escándalos similares se han dado en muchas instituciones no religiosas, de las más diversas formas. Es precisamente donde hay menores en abundancia, donde muy probablemente los pederastas van a buscar a sus víctimas. Esto causa una gran duda e incluso angustia en los padres: ¿Cómo puedo estar razonablemente seguro que mi hijo no va a ser abusado en su colegio o iglesia?

  • Pero, ¿qué se puede hacer para evitar estas atrocidades? Tradicionalmente las respuestas han sido casi exclusivamente variaciones de propuestas enfocadas a incrementar las penas, bajo la creencia de que, a mayor pena, menor tentación a cometer atrocidades. Pero, como en otras esferas de lo criminal, pareciera que esto no funciona adecuadamente en este tipo de perversiones.

  • Un camino alternativo, complementario al de las penas, es poner el peso de la responsabilidad no sólo en el abusador, sino también en la organización a la que este pertenece. Así, ante un delito de esta naturaleza cometido por un miembro de la organización, no sólo el abusador se expone a sanciones penales, sino también la organización. Esto, en forma adicional, a las consecuencias civiles actuales.

  • Contar con un modelo de prevención de abusos sexuales a menores es una mínima exigencia de responsabilidad para las organizaciones. Sólo si se tiene un modelo adecuado de prevención de delitos sexuales contra menores, una organización debiera estar en condiciones de tener actividades con niños.

  • El delito forma parte de nuestras vidas, pero debemos reducirlo a su mínima expresión.

Conclusiones

  • Los pedófilos son cada vez más técnicos, y los foros en los que operan son cada vez más cerrados. Los que tienen conocimientos sobre seguridad en Internet los comparten con los demás, de modo que cada vez son más difíciles de localizar, si bien los métodos de la Policía son, también, cada vez más sofisticados.

  • Los pederastas suelen intercambiar asimismo información sobre cómo engañar a los padres de un niño, cómo intercambiar pornografía de forma privada y cómo evitar ser descubiertos.

  • Las imágenes que se suelen ven por Internet proceden de lo que la Policía llama "intercambio altruista". Normalmente no son colocadas por organizaciones, sino por los propios pederastas, que muchas veces las obtienen de su entorno familiar (hijos, sobrinos, hijos de vecinos...).

  • Los policías expertos en Internet han explicado en reiteradas ocasiones que los pederastas se infiltran a menudo en chats de adolescentes, haciéndose pasar por personas de su misma edad y consiguiendo en algunos casos que lleguen a desnudarse frente a la webcam. También intentan obtener sus teléfonos para tratar de lograr un contacto real. Lo más usual es que el pederasta entre en un chat, se registre con un apodo y abra una sala de usuario en la que, en apenas media hora, puede intercambiar decenas de fotos y vídeos. Luego la sala desaparece.

  • Los pederastas se infiltran en chats de adolescentes, haciéndose pasar por personas de su misma edad

  • De acuerdo con diversos informes policiales, los pederastas empiezan con imágenes más suaves y van derivando hacia imágenes cada vez más duras y con víctimas más jóvenes, lo que les lleva a desear un contacto real que, en muchos casos, se acaba satisfaciendo en el denominado "turismo sexual".

  • En el caso de los menores de edad como consumidores de pederastia empiezan por curiosidad y descubren que les gusta y que son adictos, con la diferencia de que antes de la era de Internet esas imágenes debían buscarse y ahora están al alcance de cualquiera.

  • En España, la principal unidad contra el tráfico de pornografía infantil en Internet es la Brigada de Investigación Tecnológica (BIT) de la Policía Nacional. Esta integrada por 40 agentes, de los cuales 12 se dedican a investigar los cerca de 30.000 avisos anuales que los internautas hacen llegar por correo electrónico o teléfono (según informó el diario La Razón, Francia, Gran Bretaña o Alemania tienen equipos de un mínimo de 200 personas, y sólo en París trabajan 90 agentes). Cada cuatro meses se reúnen con sus compañeros europeos, con Europol e Interpol, y llevan a cabo cursos de reciclaje. También prestan asesoramiento a policías de Latinoamérica.

  • La Guardia Civil también lucha contra la pederastia en Internet, a través, principalmente, del Grupo de Delitos Telemáticos.

  • Desde octubre de 2004, fecha en que se modificó el Código Penal, además de multas, se impone una pena de tres meses a un año de prisión para quien posea vídeos o fotografías pornográficas de niños (antes de la reforma, la posesión no era castigada). En el caso de producir o distribuir este material, la pena es de entre uno y cuatro años de cárcel, que aumentan a ocho si incluye imágenes de menores de 13 años. A diferencia de lo que ocurre con el racismo o el terrorismo, en España no está tipificado el delito de la apología de la pedofilia.

Margarita Rosa Robayna Perera.
Juez.
Licenciada en Derecho, Ciencias de la Información y Ciencias Políticas.
Master en Diplomacia y Relaciones Internacionales.

robayna2002@hotmail.com

Vuelve al principio del art?culo...

Te recomendamos