El Fintech, las startups o en general todo el sector Legal tech ofrece elementos y técnicas innovadoras que pueden desempeñar un papel esencial en la transformación digital de las Administraciones Públicas. Aprender es el primer paso para crear algo mejor
Desde hace años, en el acervo del Fintech y en el propio del ámbito informático, se viene hablando de los «Sandboxes». Para quienes pueda resultar desconocido este término hemos de señalar que «Sandbox» es un anglicismo que significa, literalmente, «caja de arena» o «arenero», y es el sustantivo empleado para la definición de una técnica experimental o probatoria que consiste en introducir y observar el comportamiento de elementos de software o derivados dentro de un entorno de pruebas protegido, de tal modo que las incidencias o desviaciones de la programación inicial del componente puedan ser contempladas y controladas por el observador que diseña el «arenero». En suma, los «Sandboxes» no son más que recintos cerrados de prueba que facilitan la experimentación de forma preliminar a la generalización de un producto o servicio —habitualmente, informático—.
Aunque la utilización de la técnica del «Sandbox» sigue siendo muy restringida al sector Fintech y empleada por muy pocos países (destacan especialmente los proyectos de inversión de Reino Unido, Singapur o Hong Kong), las múltiples ventajas que ofrece y la creciente necesidad de conciliar los avances tecnológicos con los marcos regulatorios convierten la «caja de arena» en una herramienta cada vez más usual en los departamentos de I+D de muchas multinacionales e incluso en las secciones de innovación de algunas Administraciones Públicas —sobre todo, aquellas dedicadas a economía, fiscalidad y defensa de la competencia—. Así, esta comprobación debe impulsar, al menos, la apuesta creativa por el empleo de los «Sandboxes» sobre todo en escenarios, como el actual, en los que la creciente incertidumbre provocada por el COVID-19 y la urgente transición digital hacen imprescindible el despliegue de aplicaciones tecnológicas en las que convergen diferentes sujetos.
Descendiendo a nuestro terreno —la Justicia española—, y en atención a la inversión en digitalización anunciada por el Ministerio de Justicia (más de 110 millones de euros) es factible ofrecer la metodología «Sandbox» como crucial para que la inversión proyectada no sólo sea ejecutada de forma completa sino también eficazmente. Destaquemos que la arquitectura judicial de nuestro país reúne bajo su techo a distintas administraciones e instituciones, no sólo a nivel territorial, también en el aspecto sectorial definido por las autoridades, funcionarios y profesionales liberales intervinientes. Este hecho, junto con los conocidos problemas de interoperabilidad que presentan algunas facetas de la Justicia digital (aplicaciones de gestión…) conducen a comprender que los entornos seguros y cerrados de prueba que significan los «Sandboxes» son idóneos para experimentar de forma previa a la puesta en marcha de aplicaciones digitales que habrán de integrar a múltiples agentes: órganos judiciales, otras administraciones, procuradores, abogados… Los exámenes y ensayos que hayan de acontecer de manera previa a, por ejemplo, la implantación de un nuevo modelo de relaciones telemáticas o a la incorporación de nuevas redes de intercambios de datos, podrían facilitar anticipadamente la información precisa sobre el grado de satisfacción de los usuarios, los problemas de ejecutabilidad o las disfunciones ligadas a la correspondencia del software con el objeto funcional del mismo.
El Fintech, las startups o en general todo el sector Legal tech ofrece elementos y técnicas innovadoras que pueden desempeñar un papel esencial en la transformación digital de las Administraciones Públicas. Aprender es el primer paso para crear algo mejor y, como cuando fuimos niños: una «caja de arena» es un espacio idóneo para la creatividad…controlada y segura.