Ley Org醤ica 2/2007, de 19 de marzo, de reforma del Estatuto de Autonom韆 para Andaluc韆

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Sumario

V閍se Ley [ANDALUC虯] 16/2011, 23 diciembre, de Salud P鷅lica de Andaluc韆 (BOJA 31 diciembre).LE0000470459

V閍se Ley [ANDALUC虯] 10/2010, 15 noviembre, relativa a medidas para la asistencia y atenci髇 a las v韈timas del terrorismo de la Comunidad Aut髇oma de Andaluc韆 (BOJA 24 noviembre).LE0000435937

JUAN CARLOS I REY DE ESPA袮

A todos los que la presenten vieren y entendieren.

Sabed: Que las Cortes Generales han aprobado y Yo vengo en sancionar la siguiente ley org醤ica.

PRE罬BULO

Andaluc韆, a lo largo de su historia, ha forjado una robusta y s髄ida identidad que le confiere un car醕ter singular como pueblo, asentado desde 閜ocas milenarias en un 醡bito geogr醘ico diferenciado, espacio de encuentro y de di醠ogo entre civilizaciones diversas. Nuestro valioso patrimonio social y cultural es parte esencial de Espa馻, en la que andaluces y andaluzas nos reconocemos, compartiendo un mismo proyecto basado en los valores de justicia, libertad y seguridad, consagrados en la Constituci髇 de 1978, baluarte de los derechos y libertades de todos los pueblos de Espa馻.

Andaluc韆 ha compilado un rico acervo cultural por la confluencia de una multiplicidad de pueblos y de civilizaciones, dando sobrado ejemplo de mestizaje humano a trav閟 de los siglos.

La interculturalidad de pr醕ticas, h醔itos y modos de vida se ha expresado a lo largo del tiempo sobre una unidad de fondo que acrisola una pluralidad hist髍ica, y se manifiesta en un patrimonio cultural tangible e intangible, din醡ico y cambiante, popular y culto, 鷑ico entre las culturas del mundo.

Esta s韓tesis perfila una personalidad andaluza construida sobre valores universales, nunca excluyentes. Y es que Andaluc韆, asentada en el sur de la pen韓sula ib閞ica, es un territorio de gran diversidad paisaj韘tica, con importantes cadenas monta駉sas y con gran parte de su territorio articulado en torno y a lo largo del r韔 Guadalquivir, que abierta al Mediterr醤eo y al Atl醤tico por una dilatada fachada mar韙ima, constituye un nexo de uni髇 entre Europa y el continente africano. Un espacio de frontera que ha facilitado contactos y di醠ogos entre norte y sur, entre los arcos mediterr醤eo y atl醤tico, y donde se ha configurado como hecho diferencial un sistema urbano medido en clave humana.

Estos rasgos, entre otros, no son s髄o sedimentos de la tradici髇, sino que constituyen una v韆 de expansi髇 de la cultura andaluza en Espa馻 y el mundo y una aportaci髇 contempor醤ea a las culturas globales. El pueblo andaluz es heredero, por tanto, de un vasto cimiento de civilizaci髇 que Andaluc韆 puede y debe aportar a la sociedad contempor醤ea, sobre la base de los principios irrenunciables de igualdad, democracia y convivencia pac韋ica y justa.

El ingente esfuerzo y sacrificio de innumerables generaciones de andaluces y andaluzas a lo largo de los tiempos se ha visto recompensado en la reciente etapa democr醫ica, que es cuando Andaluc韆 expresa con m醩 firmeza su identidad como pueblo a trav閟 de la lucha por la autonom韆 plena. En los 鷏timos 25 a駉s, Andaluc韆 ha vivido el proceso de cambio m醩 intenso de nuestra historia y se ha acercado al ideal de Andaluc韆 libre y solidaria por la que luchara incansablemente Blas Infante, a quien el Parlamento de Andaluc韆, en un acto de justicia hist髍ica, reconoce como Padre de la Patria Andaluza en abril de 1983.

Ese ideal autonomista hunde sus ra韈es en nuestra historia contempor醤ea. El primer texto que plasma la voluntad pol韙ica de que Andaluc韆 se constituya como entidad pol韙ica con capacidad de autogobierno es la Constituci髇 Federal Andaluza, redactada en Antequera en 1883. En la Asamblea de Ronda de 1918 fueron aprobados la bandera y el escudo andaluces.

Durante la II Rep鷅lica el movimiento autonomista cobra un nuevo impulso. En 1933 las Juntas Liberalistas de Andaluc韆 aprueban el himno andaluz, se forma en Sevilla la Pro-Junta Regional Andaluza y se proyecta un Estatuto. Tres a駉s m醩 tarde, la Guerra Civil rompe el camino de la autonom韆 al imposibilitar la tramitaci髇 parlamentaria de un Estatuto ya en ciernes.

Esta vocaci髇 de las Juntas Liberalistas lideradas por Blas Infante por la consecuci髇 del autogobierno, por alcanzar una Andaluc韆 libre y solidaria en el marco de la unidad de los pueblos de Espa馻, por reivindicar el derecho a la autonom韆 y la posibilidad de decidir su futuro, emergi� a駉s m醩 tarde con m醩 fuerza y respaldo popular.

Las manifestaciones multitudinarias del 4 de diciembre de 1977 y el refer閚dum de 28 de febrero de 1980 expresaron la voluntad del pueblo andaluz de situarse en la vanguardia de las aspiraciones de autogobierno de m醲imo nivel en el conjunto de los pueblos de Espa馻. Desde Andaluc韆 se dio un ejemplo extraordinario de unidad a la hora de expresar una voluntad inequ韛oca por la autonom韆 plena frente a los que no aceptaban que fu閞amos una nacionalidad en el mismo plano que las que se acog韆n al art韈ulo 151 de la Constituci髇.

Andaluc韆 ha sido la 鷑ica Comunidad que ha tenido una fuente de legitimidad espec韋ica en su v韆 de acceso a la autonom韆, expresada en las urnas mediante refer閚dum, lo que le otorga una identidad propia y una posici髇 incontestable en la configuraci髇 territorial del Estado.

El Manifiesto andalucista de C髍doba describi� a Andaluc韆 como realidad nacional en 1919, cuyo esp韗itu los andaluces encauzaron plenamente a trav閟 del proceso de autogobierno recogido en nuestra Carta Magna. En 1978 los andaluces dieron un amplio respaldo al consenso constitucional. Hoy, la Constituci髇, en su art韈ulo 2, reconoce a Andaluc韆 como una nacionalidad en el marco de la unidad indisoluble de la naci髇 espa駉la.

Todo este caudal de esfuerzos, del que el Estatuto de Autonom韆 ratificado por los andaluces y andaluzas el 20 de octubre de 1981 ha sido herramienta fundamental, nos permite hoy abordar la construcci髇 de un nuevo proyecto que ponga en valor y aproveche todas las potencialidades actuales de Andaluc韆.

Hoy, los argumentos que construyen la convivencia de los andaluces y andaluzas y los anhelos de 閟tos nacen de un nuevo proyecto hist髍ico que debe permitirnos afrontar con garant韆s los retos de un tiempo nuevo, definido por los profundos cambios geopol韙icos, econ髆icos, culturales y tecnol骻icos ocurridos en el mundo y por la posici髇 de Espa馻 en el contexto internacional. Si durante el 鷏timo cuarto de siglo se han producido transformaciones intensas en el mundo, estos cambios han sido particularmente acentuados en Andaluc韆, donde en ese periodo hemos pasado del subdesarrollo econ髆ico y cultural a un panorama similar al de las sociedades m醩 avanzadas, como ejemplifica la inversi髇 de nuestros flujos migratorios.

Despu閟 de casi tres d閏adas de ejemplar funcionamiento, resulta evidente que el Estado de las Autonom韆s implantado por la Constituci髇 de 1978 ha producido en estos a駉s un r醦ido y eficaz proceso de descentralizaci髇. Ahora bien, transcurrida esta fruct韋era etapa de experiencia auton髆ica se hacen necesarias reformas que modernicen el modelo territorial.

Reformas para profundizar el autogobierno, extrayendo todas las posibilidades descentralizadoras que ofrece la Constituci髇 para aproximar la Administraci髇 a la ciudadan韆. Reformas que al mismo tiempo desarrollen y perfeccionen los mecanismos de cohesi髇 territorial, solidaridad y cooperaci髇 institucional. Se trata, pues, de un proceso de modernizaci髇 del Estado de las Autonom韆s que s髄o es posible desde una visi髇 global y plural de Espa馻 que Andaluc韆 siempre ha tenido.

Hoy, como ayer, partimos de un principio b醩ico, el que plante� Andaluc韆 hace 25 a駉s y que mantiene plenamente su vigencia: Igualdad no significa uniformidad. En Espa馻 existen singularidades y hechos diferenciales. Andaluc韆 los respeta y reconoce sin duda alguna. Pero, con la misma rotundidad, no puede consentir que esas diferencias sirvan como excusas para alcanzar determinados privilegios. Andaluc韆 respeta y respetar� la diversidad pero no permitir� la desigualdad ya que la propia Constituci髇 Espa駉la se encarga de se馻lar en su art韈ulo 139.1 que todos los espa駉les tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado.

El grado de desarrollo econ髆ico, social y cultural de Andaluc韆 ha sido posible gracias al Estatuto de Autonom韆. Un texto que ha favorecido la convivencia arm髇ica, el desarrollo pol韙ico, social y econ髆ico de esta tierra y la recuperaci髇 de la autoestima de un pueblo que hoy tiene voz propia en el Estado de las Autonom韆s, tal y como establece la Constituci髇 Espa駉la de 1978.

Se trata, en definitiva, de conseguir un Estatuto para el siglo XXI, un instrumento jur韉ico que impulse el bienestar, la igualdad y la justicia social, dentro del marco de cohesi髇 y solidaridad que establece la Constituci髇.

Por ello, y como expresi髇 de su voluntad colectiva representada pol韙icamente a trav閟 del Parlamento, el pueblo andaluz ratifica el presente Estatuto de Autonom韆 de Andaluc韆, como renovaci髇 del compromiso manifestado el 28-F de 1980.