Por Loles Díaz Aledo, Presidenta de la Asociación Mayores del Siglo XXI. Miembro de la Comisión Jubilare
La frase “el voluntariado y las personas mayores” evoca en la mayoría de las personas la imagen de “una abuelita, un anciano” que recibe alguna forma de ayuda, de alguien más joven. De esta forma, se refuerza la imagen del envejecimiento que une edad con enfermedad, limitaciones, soledad, falta de capacidades, vulnerabilidad…
Pero la expresión “el voluntariado de las personas mayores” no deja lugar a dudas: ellas son protagonistas también de la acción voluntaria junto a personas de otras generaciones. Y de su quehacer se benefician personas de cualquier edad y condición.
Así pues, hablemos del voluntariado que numerosas personas mayores llevan a cabo de una u otra forma.
Algunos datos
Según la Plataforma del Voluntariado de España, PVE, (informe publicado en diciembre de 2023) unos 4 millones y medio de españoles/as, alrededor del 11% de la población mayor de catorce años, realiza alguna tarea solidaria pero el perfil más frecuente, muestra a una mujer, de entre 45 y 54 años, que colabora con una causa social desde hace más de 5 años, reside en una gran ciudad (más de 500.000 habitantes), tiene trabajo y disfruta de un nivel de vida medio alto o alto.
Los jóvenes son aproximadamente un millón y, atención a este dato, las personas con discapacidad son algo más del 9% de quienes hacen voluntariado en nuestro país. Una de cada 10 personas voluntarias tiene alguna discapacidad.
Según el citado informe de la Plataforma del Voluntariado, las personas mayores han recuperado y superado el nivel de participación anterior a la pandemia y son en la actualidad el 6,6% del total.
¿Qué es el voluntariado?
Se define como la ayuda o servicio que se presta libremente a otros, sin recibir recompensa económica alguna por ello
Es un tipo de participación social de carácter solidario y gratuito que interviene en una realidad para mejorarla y que se realiza a través de una entidad pública o privada. Esto es lo que se conoce como voluntariado formal y es lo que reflejan los números anteriores.
La Ley Española de Voluntariado de 2015 recoge diez ámbitos en los que realizar una acción voluntaria, solidaria y altruista: ambiental, comunitario, cultural, deportivo, educativo, internacional, ocio y tiempo libre, protección civil, socio sanitario y social. Este último es el que cuenta con mayor presencia de personas mayores.
Pero hay más formas de trabajo voluntario es decir, altruista, solidario, sin retribución alguna. Es el voluntariado informal que muchas personas, especialmente mayores, integran en su vida y que consiste en prestar ayuda a familiares, vecinos, amigos… Muchas personas de más de 65 años proporcionan cuidados, o ayudan, incluso económicamente, a las generaciones más jóvenes.
Por ejemplo, una/o de cada cuatro abuelas/os cuida de sus nietos permitiendo que sus hijos, especialmente sus hijas y nueras, puedan conciliar su vida laboral con la familiar. ¿Qué ocurriría si no lo hicieran?
“Yo tengo una ONG encasa” responden cuando se les pregunta por qué no ayudan a otros de manera organizada.
El voluntariado es tan diverso como heterogénea es la población. Hay tantas formas de hacer voluntariado, como necesidades tiene la sociedad.
¿Por qué ser voluntario/a?
Si se pregunta a alguien que esté dedicando una parte su tiempo a un trabajo solidario por qué lo hace, expondrá diversas razones pero entre ellas no faltarán porque recibo más de lo que doy y me ayuda a sentirme bien conmigo mismo...
¿Valen estas razones para proponer a las personas mayores que se hagan voluntarias? Por supuesto. Pero hay muchas más, especialmente positivas en esta etapa de la vida.
Según la OMS, Organización Mundial de la Salud, para envejecer bien hay que seguir siendo activos física y mentalmente, pero también socialmente a través de la participación. Participar es un derecho y un deber de ciudadanía.
Una de las formas de participar puede ser el voluntariado, como también lo es, por poner otro ejemplo, el asociacionismo. El movimiento asociativo de personas mayores es fundamental para su participación social.
El trabajo voluntario aporta muchos beneficios a quien lo realiza: mejora la salud, disminuye el riesgo de depresión, crea nuevos lazos de amistad, permite aplicar los conocimientos, experiencias y capacidades en beneficio de otras personas, mejora la autoestima con el sentimiento de seguir siendo útiles como lo han sido toda su vida y de estar participando en la solución de problemas reales, es decir, contribuyendo de alguna forma a que el mundo sea un poco mejor.
Poniendo sus conocimientos y experiencias al servicio de los demás, sienten que están devolviendo a la sociedad parte de lo que la vida les ha dado.
Todo esto aleja el fantasma de la soledad, el aislamiento y el sentimiento de inutilidad que embarga a muchas personas mayores al percibir que todo a su alrededor parece indicar que ya no sirven para nada.
Ser voluntario/ a es una experiencia positiva que mejora la propia calidad de vida, que llena de vida los años. Que da sentido a la vida.
Además, su imagen, la de una persona activa, socialmente comprometida, rompe el estereotipo que muestra a este grupo social como improductivo, inútil, como una carga para la sociedad.
¿Vale menos el voluntariado de las personas mayores?
Eso sienten muchos/as personas mayores voluntarias. Perciben que su trabajo solidario no se valora de la misma forma que el que hacen quienes están en activo laboralmente o son más jóvenes.
¿Por qué? Pues porque se considera que su dedicación altruista es en realidad una forma de llenar su tiempo libre, una actividad de ocio que las mantiene entretenidas, pero no se valora como fruto de su responsabilidad social, ni como ejercicio de su derecho a seguir participando.
Estar jubilado/a del trabajo remunerado no significa estar jubilado/a de la vida. Y la vida activa, útil, socialmente productiva, no se reduce a los años de desempeño de un trabajo profesional remunerado.
Su trabajo voluntario es beneficioso para quien lo realiza, tenga la edad que tenga, pero lo es también para las personas mayores globalmente consideradas y para la sociedad de la que siguen formando parte como ciudadanos/as de pleno derecho.
Por tanto, la imagen social positiva del voluntariado debe incluir a las personas mayores en igualdad con todas las demás.
Es preciso poner en valor la aportación de las personas mayores a la sociedad en todas sus formas, como paso imprescindible para cambiar la imagen social de la vejez y el envejecimiento.
Con un fragmento del texto de Gloria Fuertes titulado Despertar vocaciones y dedicado a los voluntarios, les invito a preguntarse si no puede ser éste el momento adecuado para pensar en trabajar gratis, ganando mucho y recibiendo un premio cada noche al irse a dormir
"Yo quiero despertar vocaciones para que la gente se haga voluntaria. Ser voluntario es ser profundamente humano.
Ser voluntario es acudir a la calle, a la casa, a la cárcel, al barrio del pueblo donde hay un ser que sufre.
Ser voluntario es entrar en el corazón de los que lo pasan mal.
Cuando el voluntario visita a alguno que está solo, le cura la soledad.
(…)
Os pido que contagiéis este «virus» de bondad que tenéis a vuestros amigos y amigas, para que ellos también sean nuevos voluntarios.
Más que un gran premio de la lotería, más que un premio Nobel de lo que sea, es lo que recibe el voluntario cada noche cuando se va a dormir; es lo que recibe el voluntario que durante unas horas al día ha alegrado a una persona triste, ha hecho sonreír a un enfermo, ha paseado en su silla de ruedas a una persona que no puede valerse.
El premio del voluntariado es que pasa a ser un artista.
El voluntario no ha pintado un cuadro, no ha hecho una escultura, no ha creado una música, no ha escrito un poema, pero ha hecho una obra de arte con sus horas libres.
Todavía hay milagros, milagros demostrables, que los hacen, que los hacéis
Y los harán los nuevos voluntarios".