Sumario

Exposici�n de Motivos

Los cultivos marinos o maricultura, actividad del sector primario, se iniciaron en Espa�a a gran escala hace varias d�cadas con los cultivos de moluscos en bateas que nos han situado entre los pa�ses m�s destacados del mundo, especialmente en el cultivo del mejill�n, en el que ocupamos actualmente el primer puesto. Esta actividad se orden� por medio de un Reglamento para la explotaci�n de viveros de cultivo, aprobado por Decreto 2559/1961, de 30 de noviembre. Posteriormente, al extenderse los cultivos bivalvos a la zona mar�timo-terrestre y hacerse simult�neamente patente la necesidad de un ordenamiento de las playas, en cuanto a la extracci�n de marisco, se promulg� la Ley 59/1969, de junio, de ordenaci�n marisquera.

Tales disposiciones cumplieron su finalidad de encauzar la maricultura dentro de los conocimientos y usos de su �poca. Sin embargo, los grandes avances cient�ficos en el desarrollo de los cultivos marinos han roto los antiguos moldes y hoy en d�a se pueden cultivar numerosas especies de la fauna y flora marinas, resultando insuficiente la legislaci�n rese�ada para ordenar estas nuevas ramas de la maricultura.

A la misma conclusi�n se llega al considerar que los cultivos marinos, por las condiciones excepcionales de nuestras costas gracias a su salinidad, temperatura y riqueza planct�nica, adem�s de su configuraci�n y extensi�n, representan para Espa�a un fuerte potencial de producci�n que puede ayudar en buena medida a cubrir nuestra demanda de pescado y mariscos y, consecuentemente, a disminuir nuestros gastos de divisas, as� como a crear nuevas empresas de tipo mediano y peque�o, con el consiguiente incremento de puestos de trabajo.

Debe tenerse adem�s en cuenta que el desarrollo de la maricultura representa la creaci�n de nuevas riquezas en zonas inadecuadas para otros aprovechamientos y sin da�ar otros intereses. Concretamente, se puede asegurar que los cultivos marinos no representan en Espa�a una competencia para la pesca extractiva, sino un simple complemento de gran valor en una �poca en que empieza a escasear a escala mundial la disponibilidad de prote�nas.

A los razonamientos expuestos hay que a�adir que la falta de una normativa actualizada que regule directamente esta materia es una de las causas que viene frenando el desarrollo de esta rama de la pesca que, no obstante, ha despertado creciente inter�s en Espa�a.

Resulta, pues, imperativo colmar la laguna que en este sentido existe en la legislaci�n promulgando una Ley de �mbito nacional.

La presente Ley respeta totalmente las competencias asumidas en la materia por las Comunidades Aut�nomas. Como la normativa de la organizaci�n administrativa de estos entes no son siempre coincidentes entre s�, ni son las de la Administraci�n del Estado, se hace referencia en el texto de la Ley al Organismo competente en la materia que se alude, para se�alar con un solo concepto al que se asuma legalmente la misi�n de informaci�n o tramitaci�n o el poder resolutorio. De esta forma se puede, asimismo, realizar una ordenaci�n competencial de los distintos organismos con intereses en la costa sin vulnerar las atribuciones de los entes auton�micos.

Debido a las fuentes heterog�neas de informaci�n, est� surgiendo en el �mbito de la maricultura una creciente confusi�n respecto a los principales conceptos de la actividad y de los establecimientos de cultivos. Con objeto de subsanar este inconveniente se extiende la Ley ampliamente sobre tales conceptos, previa consulta al sector y a los cient�ficos especializados.

Cabe se�alar, por �ltimo, que la Ley, al desarrollar una ordenaci�n econ�mica general, se mantiene dentro del marco legal del art�culo 131 de la Constituci�n espa�ola.