Sumario

Ley [BALEARES] 11/2001, 15 junio, derogada por el n鷐ero 2 de la disposici髇 derogatoria 鷑ica de la Ley [BALEARES] 11/2014, 15 octubre, de comercio de las Illes Balears (獴.O.I.B.� 18 octubre), el 19 de octubre de 2014.

EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO DE LAS ILLES BALEARS

Sea notorio a todos los ciudadanos que el Parlamento de las Illes Balears ha aprobado y yo, en nombre del Rey, y de acuerdo con lo que se establece en el art韈ulo 27.2 del Estatuto de Autonom韆, tengo a bien promulgar la siguiente:

LEY

EXPOSICI覰 DE MOTIVOS

I

El comercio ha sido una actividad muy importante a lo largo de la historia de las Illes Balears, y no s髄o ha tenido una clara influencia en la econom韆, sino tambi閚 en la sociedad, la pol韙ica y la cultura. La situaci髇 geoestrat間ica de las Illes en el Mediterr醤eo occidental propici� que jugasen un papel relevante en el comercio exterior ya desde la prehistoria. Por una parte, ha habido una intensa actividad comercial exterior que ha tenido momentos de gran dinamismo y otros de fuerte regresi髇 seg鷑 las coyunturas hist髍icas, con una dependencia clara, especialmente, del contexto econ髆ico, pol韙ico y social del Mediterr醤eo. Por otra parte, tambi閚 se ha desarrollado un comercio importante entre las diferentes islas y unos intercambios en el 醡bito local mediante los cuales se comercializaban determinados productos al por menor en los mercados y puestos de venta de los pueblos. El comercio tambi閚 ha reflejado, en el decurso de la historia, la evoluci髇 de la actividad econ髆ica de las Illes Balears.

En el primer milenio antes de Cristo ya se constata una intensa actividad comercial de los pobladores de las Illes. En las Piti黶es las primeras actividades comerciales se datan durante la 閜oca fenicia. En aquel momento, la sal, la producci髇 de cer醡icas, las conservas de alimentos y una joyer韆 rudimentaria eran los principales productos de intercambio. En Mallorca y en Menorca se produjo una colonizaci髇 p鷑ica ebusitana, incentivada por la explotaci髇 de la sal del sur de Mallorca y por el control de los excedentes agr韈olas. Hacia finales del siglo V antes de Cristo surgen en Mallorca las primeras factor韆s costeras p鷑icas.

Durante la dominaci髇 romana, la pacificaci髇 y la unificaci髇 del Mediterr醤eo se tradujo en un impulso de los intercambios comerciales, no s髄o de productos manufacturados y suntuarios, sino tambi閚 de art韈ulos de gran consumo y de primera necesidad. En aquel entonces, las costas de las Illes Balears se beneficiaron de las rutas comerciales entre Hispania y Roma y entre la Galia y el norte de 羏rica. Se exportaba sal, productos agrarios y ganaderos. Las actividades extractivas se concentraban en las salinas de las Piti黶es y del sur de Mallorca. A finales del siglo II, sin embargo, acab� la prosperidad y la paz del mundo romano, y la recesi髇 econ髆ica que se padeci� provoc� una gran decadencia del comercio mediterr醤eo, que se agrav� con la reaparici髇 de la pirater韆. No obstante, a lo largo del siglo IV se reactiv� la econom韆, y el comercio exterior se increment� de nuevo hasta llegar a una actividad comercial considerable durante el primer cuarto del siglo V. Con ello, las Illes Balears constitu韆n un punto de escala de mercanc韆s, y se exportaban algunos excedentes, como la p鷕pura. Las relaciones comerciales con el norte de 羏rica eran muy intensas.

Durante el dominio v醤dalo continuaron las relaciones comerciales y los intercambios con el norte de 羏rica, que incluso se incrementaron respecto de la 閜oca anterior. La dominaci髇 bizantina supuso la conservaci髇 del espacio econ髆ico mediterr醤eo, y las Illes Balears continuaron como encrucijada de la navegaci髇 del Mediterr醤eo occidental. En la 閜oca isl醡ica, adem醩 de los intercambios interiores, se exportaban los excedentes agrarios, ganaderos y artesanales. Eivissa continu� siendo un enclave importante para la producci髇 de sal, lana y le馻, materias destinadas b醩icamente a la comercializaci髇. Durante este per韔do, las Illes Balears tuvieron unas excelentes relaciones con las principales ciudades del norte de 羏rica.

La conquista catalana de Mallorca (1229), de Eivissa (1235) y de Menorca (1287) permiti� que se mantuviera, hasta mediados del siglo XIV, un tr醘ico comercial intenso con Catalu馻, G閚ova y Venecia. En este per韔do, destac� el reinado del rey Sancho de Mallorca, que dedic� mucha atenci髇 al comercio exterior. El tr醘ico de barcos y mercanc韆s era muy relevante, y se exportaban aceite, vino, legumbres, frutos secos y pa駉s de Mallorca; sal de Eivissa, y productos ganaderos de Menorca. En cambio, se importaban trigo del norte de 羏rica, de Cerde馻 y sobre todo de Sicilia; pa駉s y telas lujosas de Francia, Flandes, Inglaterra e Italia; vino de Calabria y Grecia; quesos de Sicilia, y lana de Barbaria. Tambi閚 adquiri� gran relevancia la reexportaci髇 de estos productos, y los mercaderes de las Illes Balears tuvieron contactos con la totalidad de la cuenca occidental del Mediterr醤eo. Los flujos comerciales se extend韆n hacia el Mediterr醤eo oriental, hacia las rutas atl醤ticas del Mar del Norte y hacia las Islas Canarias. Sin embargo, los mercaderes isle駉s deb韆n afrontar la competencia de las sociedades mercantiles for醤eas, muchas de las cuales ten韆n sucursales en Palma. La Lonja era la sede del Colegio de la Mercanc韆 y, en el a駉 1326, se cre� el Consolat de Mar, que actu� de tribunal en los pleitos derivados del comercio mar韙imo en Mallorca y de las relaciones mar韙imas. En la segunda mitad del siglo XIV, esta instituci髇 realiz� una recopilaci髇 del derecho mercantil mediterr醤eo en el Llibre del Consolat de Mar.

La crisis del siglo XIV que afect� a la Corona de Arag髇 y el cambio de los principales ejes comerciales hacia el mar b醠tico, convirtieron las Illes Balears en territorio fronterizo entre el cristianismo y el islamismo. El Mediterr醤eo occidental se transform� en una zona marginal, hecho que se agrav� con la actividad corsaria -que representaba una gran dificultat para el comercio- y con la conflictividad b閘ica de la Corona. A pesar de que la crisis fue b醩icamente demogr醘ica y agraria, arrastr� tambi閚 a los dem醩 sectores productivos. As�, en una econom韆 caracterizada por la autosubsistencia, el comercio se redujo a los productos m醩 necesarios, como el trigo. Durante parte de la baja Edad Media y de la 閜oca moderna se sufri� un d閒icit cr髇ico de cereales y, en per韔dos de escasez, se tuvo que recorrer a las importaciones de cereales de todo el arco mediterr醤eo, especialmente de Sicilia.

A lo largo del siglo XVI el comercio exterior disminuy�, aunque continu� la exportaci髇 de aceite y de textiles de Mallorca, de productos ganaderos de Menorca y de sal de Eivissa. Estos productos continuaron siendo un nexo de las Illes Balears con el comercio internacional.

Tambi閚 deben tenerse en cuenta los intercambios interiores que se produc韆n en cada isla. As�, los menestrales vend韆n al p鷅lico los art韈ulos que realizaban y, adem醩, hab韆 tiendas de venta al por menor, donde pod韆n adquirirse diferentes productos. Los pueblos ten韆n lugares determinados para la comercializaci髇 de la producci髇, como las plazas p鷅licas, donde se pon韆n a la venta alimentos, y el granero, donde se vend韆 trigo. La comercializaci髇 de verduras, pescado o carne tambi閚 se realizaba en determinados lugares de la villa o de la ciudad. Los mercados y las ferias -lugares donde los campesinos y los menestrales expon韆n sus productos- ten韆n tambi閚 una gran importancia en el intercambio comercial.

A finales del siglo XVI, Mallorca importaba lana, cueros, lino y cera de Barbaria; trigo y az鷆ar de Sicilia; hierro, miel, sardinas y cer醡icas de Catalu馻; jarras, arroz, vino, damascos y seda de Valencia; telas finas de Marsella; queso, fideos y trigo de Cerde馻. En cambio, las exportaciones mallorquinas eran aceite, jab髇, tejidos, cer醡ica, queso y corderina. Menorca exportaba ganado en vivo, carne salada, embutidos, tejidos, alcaparras, miel y, fundamentalmente, lana y queso. En aquel momento, funcionaba un mercado interinsular bien estructurado, y los mallorquines y menorquines compraban sal y madera a Eivissa, los menorquines e ibicencos adquir韆n aceite mallorqu韓, y los mallorquines compraban carne y ganado vivo a Menorca.

El siglo XVII fue una centuria de crisis, a鷑 as� continu� habiendo intercambios comerciales y destac�, especialmente, la exportaci髇 de productos ganaderos de Menorca. Durante el siglo XVIII, Mallorca exportaba b醩icamente aceite e importaba sobre todo cereales, y, en este per韔do se desarroll� una intensa actividad contrabandista entre Mallorca y Menorca. Los menorquines y los pitiusos consiguieron hacer del corso una de las actividades m醩 rentables. A lo largo del siglo XVIII, el comercio mallorqu韓 tuvo, entre 1704 y 1750, una primera fase de preponderancia del espacio mediterr醤eo, especialmente G閚ova y Marsella; una segunda, entre 1750 y 1780, de intercambios orientados hacia las ciudades del Atl醤tico norte, y una tercera, entre 1780 y 1800, de fortalecimiento de la demanda peninsular e interinsular y con la apertura del puerto de Palma al tr醘ico legal con las colonias americanas.

En el siglo XIX, fueron relevantes las exportaciones del sector alimenticio, principalmente la producci髇 de harina, aceite y aguardiente. En Mallorca tambi閚 adquiri� importancia la elaboraci髇 de jab髇, y en Menorca se expandi� la fabricaci髇 de zapatos que se exportaban sobre todo a Cuba. Al mismo tiempo, se establecieron l韓eas mar韙imas regulares, tanto interinsulares como entre las Illes Balears y la Pen韓sula. Tambi閚 se crearon muchas sociedades mercantiles y, desde 1875, la red ferroviaria favoreci� los intercambios entre la ciudad y el resto de la isla y permiti� el desarrollo econ髆ico de los pueblos, ya que aproxim� los productos agr韈olas a Palma, que era el principal centro consumidor y puerto exportador. Hasta 1891 tambi閚 tuvo importancia la exportaci髇 de vino y de aguardiente hacia Francia, pero la llegada de la filoxera acab� con las vi馻s mallorquinas.

El primer tercio del siglo XX supuso el final de una expansi髇 econ髆ica tradicional y el declive del comercio internacional. Fue una etapa caracterizada por la p閞dida de las colonias espa駉las de ultramar y por la coyuntura provocada por la Primera Guerra Mundial, unos a駉s que estimularon la demanda exterior y una cierta euforia econ髆ica que acab� al finalizar la guerra. Despu閟 de la Guerra Civil, el comercio se vio afectado por el aislamiento y la pol韙ica aut醨quica, que solamente posibilit� la exportaci髇 de ciertas manufacturas, como el textil y el calzado. Sin embargo, desde el decenio de 1950 existi� un esfuerzo para salir de la autarqu韆 e iniciar una apertura econ髆ica, que acab� consolidando el comercio peninsular.

En la segunda mitad del siglo XX, el comercio minorista y mayorista -con gran diversificaci髇- ha tenido un crecimiento muy importante a partir de las necesidades del turismo, del aumento de la poblaci髇 y de los cambios de h醔itos de consumo de los ciudadanos de las Illes Balears. Adem醩 de los establecimientos comerciales est醫icos, hay un comercio itinerante e intermitente, que realiza mercados y ferias en los diferentes municipios de las Illes Balears.

II

En las 鷏timas d閏adas, las transformaciones en la realidad econ髆ica, territorial y social de las Illes Balears han sido especialmente intensas. La base econ髆ica ha cambiado radicalmente y ha quedado constituida principalmente por el sector tur韘tico. La poblaci髇 residente ha experimentado un crecimiento incesante y ha llegado casi a duplicarse en los 鷏timos treinta y cinco a駉s. Por su parte, el territorio, a pesar de tratarse de un recurso limitado, ha sufrido grandes cambios y convulsiones, fruto de la ocupaci髇 de la costa por numerosos n鷆leos tur韘ticos y, en general, por un desarrollo urban韘tico desmesurado.

Todo ello ha tenido una incidencia directa en el sector comercial, que ha crecido en mayor proporci髇 que otros sectores, y ha aumentado de esta manera su importancia relativa en el producto interior bruto de las Illes Balears. As�, el comercio ha pasado de suponer un 9% del producto interior bruto en los a駉s ochenta, a generar un 15% a principios de los noventa. En la actualidad, aglutina el 2,7% de la poblaci髇 activa, lo que supone, aproximadamente, 45.000 puestos de trabajo.

Las transformaciones se馻ladas han desembocado paralelamente en la conformaci髇 de un espacio econ髆ico m醩 homog閚eo y reducido. Cada una de las islas principales se ha convertido, a estos efectos, en un 鷑ico sistema urbano, de manera que el mercado potencial de gran parte de las empresas de este sector se extiende m醩 all� del barrio o de la ciudad para llegar pr醕ticamente a la totalidad del 醡bito insular respectivo.

La evoluci髇 ha sido especialmente significativa en relaci髇 con una buena parte del comercio minorista, y ha estado influida notablemente por la incidencia de los procesos de concentraci髇 del comercio de alimentaci髇, la aparici髇 de las cadenas y agrupaciones comerciales, la consolidaci髇 de los hipermercados y la instalaci髇 de grandes superficies de venta. Si a ello se le a馻de la introducci髇 de nuevos sistemas de venta telem醫ica o a domicilio, que eluden los costos de establecimiento del comercio tradicional, puede concluirse que la supervivencia del peque駉 comercio, seriamente amenazada, pasa seguramente por una buena adaptaci髇 al entorno inmediato y por un alto grado de especializaci髇.

III

El ordenamiento jur韉ico no ha considerado hist髍icamente este sector econ髆ico de una manera completa y general debido, sin duda, a la complejidad y diversidad, tanto de los objetos de regulaci髇 como de los intereses en presencia. La Ley estatal 7/1996, de 15 de enero, de ordenaci髇 del comercio minorista, estableci� por primera vez las l韓eas maestras que ordenan, con car醕ter general, la acci髇 de los poderes p鷅licos en relaci髇 con la materia, delimitando, junto con otras disposiciones, el campo de intervenci髇 normativa que pueden ocupar las comunidades aut髇omas. En el marco de la libertad de empresa, la regulaci髇 estatal en materia de comercio interior se fundamenta, principalmente, en la competencia sobre la legislaci髇 civil y mercantil, recogida en los apartados 6 y 8 del art韈ulo 149.1 de la Constituci髇, as� como en la competencia para fijar las bases y la coordinaci髇 de la planificaci髇 general de la econom韆, que recoge el n鷐ero 13 del mismo art韈ulo.

La atribuci髇 a las Illes Balears de la competencia en materia de comercio interior tiene su origen en el art韈ulo 1 de la Ley org醤ica 2/1996, de 15 de enero, complementaria de la ordenaci髇 del comercio minorista. Posteriormente, la Ley org醤ica 3/1999, de 8 de enero, de reforma del Estatuto, materializ�, entre las competencias exclusivas de la comunidad aut髇oma de las Illes Balears, en su art韈ulo 10.38, la de 玞omercio interior, sin perjuicio de la pol韙ica general de precios, la libre circulaci髇 de bienes en el territorio del Estado y la legislaci髇 sobre defensa de la competencia�. Esta habilitaci髇 estatutaria, junto con las referidas a la ordenaci髇 y planificaci髇 de la actividad econ髆ica de las Illes Balears (art韈ulo 11.8) y a la defensa de los consumidores y usuarios (art韈ulo 11.9), permite a nuestras instituciones dise馻r en buena medida una pol韙ica propia de ordenaci髇 del comercio y, en consecuencia, establecer una regulaci髇 sustantiva adaptada a las caracter韘ticas peculiares de la estructura econ髆ica, social y territorial de las Illes Balears.

IV

El ejercicio de las competencias auton髆icas en materias de relevancia econ髆ica se ve afectado sin duda por las circunstancias del hecho insular, que tienen una consideraci髇 expresa en el art韈ulo 138 de la Constituci髇. El hecho diferencial que supone la configuraci髇 geogr醘ica de nuestra comunidad aut髇oma no puede ser ignorado, por tanto, por los legisladores estatal y auton髆ico a la hora de conformar normativamente el comercio interior como 醡bito determinado de la acci髇 p鷅lica.

Por esta raz髇, la presente ley fundamenta su contenido en la necesidad de dar respuestas adecuadas a las exigencias de la realidad que pretende ordenar. Atendiendo el parecer mayoritario de los representantes de este sector, la ley aprovecha al m醲imo el 醡bito de actuaci髇 que le confiere la norma estatutaria para establecer determinadas prescripciones y limitaciones que se justifican por las particularidades de la realidad balear, entre las que ocupan un lugar destacado la homogeneidad del espacio econ髆ico de cada isla, la preponderancia creciente de las grandes empresas comerciales que hace peligrar la competencia, la singularidad de los comercios de zonas tur韘ticas o la necesidad de preservar los valores inherentes a la existencia de un peque駉 comercio que cumple, entre otras funciones, la de mantener los h醔itos tradicionales de consumo y la de asegurar la vitalidad de los n鷆leos urbanos.

La trascendencia del hecho insular ha empezado a ser valorada, afortunadamente, por las Cortes Generales. Un ejemplo a destacar lo constituye la Ley 6/ 1998, de 13 de abril, sobre r間imen del suelo y valoraciones, que considera el factor de la insularidad en relaci髇 con la legislaci髇 urban韘tica, y permite el establecimiento de criterios complementarios para la clasificaci髇 del suelo en atenci髇 a la singularidad de los territorios insulares. En esta misma l韓ea, la Ley estatal 30/1998, de r間imen especial de las Illes Balears, trata de paliar, corregir y compensar el conjunto de desventajas que genera el hecho insular, particularmente importante en numerosos 醡bitos como el transporte, las comunicaciones y las condiciones de abastecimiento de materias primas.

V

La ordenaci髇 de los horarios comerciales es, en principio, un tema pac韋ico desde el prisma competencial, ya que resulta claramente enmarcable en el campo del comercio interior. Es, por tanto, una competencia de las comunidades aut髇omas (SSTC 225/1993, de 8 de julio, FJ 2, y 228/1993, de 9 de julio, FJ 2).

La 鷑ica cuesti髇 pol閙ica que se plantea al respecto es determinar si el Estado, ampar醤dose en su competencia sobre la direcci髇 y ordenaci髇 general de la econom韆 recogida en el art韈ulo 149.1.13 de la Constituci髇, puede penetrar en la fijaci髇 de los d韆s y horas h醔iles para el ejercicio del comercio.

Por todas, la STC 228/1993, de 9 de julio, FJ 2, lo ha explicado con todo detalle cuando analiza el art韈ulo 5 del Real Decreto-Ley 2/1985, sobre medidas de pol韙ica econ髆ica, que establec韆 un r間imen de libertad de horarios para los locales comerciales: 獿as medidas contenidas en el Real Decreto-Ley 2/1985, persiguen, en su conjunto, un objetivo de pol韙ica econ髆ica que inspira tambi閚, espec韋icamente, la concreta medida sobre la libertad de horarios comerciales del art韈ulo 5.1, el cual tiene, sin duda, un car醕ter b醩ico y alcanza, por lo mismo, aplicabilidad en todo el territorio del Estado, aunque ello implique la consiguiente reducci髇 de las competencias normativas asumidas por las Comunidades Aut髇omas en materia de comercio interior�.

La competencia auton髆ica sobre horarios comerciales est� sujeta, por tanto, a posibles desplazamientos, que no invasiones que la dejen sin contenido, procedentes del Estado.

El Consejo Consultivo de las Illes Balears, en el dictamen 63/00, de d韆 8 de agosto de 2000, proclama, que en la medida en que la Ley 2/1996, de 15 de enero, se ha incorporado al bloque de la constitucionalidad, el art韈ulo 43 del Real Decreto 6/2000, de 23 de junio, lo podr韆 vulnerar y, en consecuencia, ser recurrible ante el Tribunal Constitucional. Ha sido en esta l韓ea que el Consejo de Gobierno de las Illes Balears ha interpuesto el correspondiente recurso de inconstitucionalidad contra el citado precepto, por lo que nos encontramos al d韆 de hoy pendientes de la resoluci髇 del int閞prete supremo de la Constituci髇.

Excepto en los supuestos excluidos del horario general, los domingos y festivos no ser醤 h醔iles para el ejercicio de la actividad comercial, excepto los autorizados expresamente por el Gobierno de las Illes Balears. El consejero titular de la materia de comercio es el 髍gano competente para autorizar anualmente la actividad comercial en domingos y festivos, previa audiencia de las asociaciones de comerciantes, de consumidores y usuarios y sindicales reconocidas legalmente.

VI

La presente ley tiene por objeto la regulaci髇 administrativa de la actividad comercial, as� como la ordenaci髇 y mejora de las estructuras comerciales en las Illes Balears, y ha sido redactada despu閟 de un amplio debate con todos los agentes sociales que intervienen en la actividad comercial.

Esta ley no incide en las condiciones esenciales del ejercicio de la libertad de empresa, por lo cual el art韈ulo 149.1.1� de la Constituci髇 no supone, en este caso, un l韒ite competencial del alcance legislativo de las Illes Balears. Existe una doctrina consolidada del Tribunal Constitucional sobre el contenido de la libertad de empresa y la posibilidad de su incidencia por el legislador; a este respecto es significativa la sentencia 227/93, en cuyo fundamento jur韉ico cuarto se proclama: �... la libertad de empresa, junto a su dimensi髇 subjetiva, tiene otra objetiva e institucional, en cuanto elemento de un determinado sistema econ髆ico, y se ejerce dentro de un marco general configurado por las reglas, tanto estatales como auton髆icas, que ordenan la econom韆 de mercado... La libertad de empresa, en definitiva, no ampara entre sus contenidos -ni en nuestro ordenamiento ni en otros semejantes- un derecho incondicionado a la libre instalaci髇 de cualquiera establecimientos comerciales en cualquier espacio y sin sometimiento alguno al cumplimiento de requisitos y condiciones, haciendo caso omiso de las distintas normativas -estatales y auton髆icas, locales- que disciplinan m鷏tiples aspectos de relevancia econ髆ica como, entre otros, el comercio interior y la ordenaci髇 del territorio.�

Se destaca, pues, la dimensi髇 institucional de la libertad de empresa, como elemento de un sistema econ髆ico determinado, lo que significa que esta libertad debe servir al funcionamiento de este sistema, integr醤dose arm髇icamente en la configuraci髇 general del sistema.

Esta dimensi髇 institucional de la libertad de empresa influye en la determinaci髇 del alcance de su dimensi髇 como derecho subjetivo, en el sentido de que 閟te debe modularse en la medida necesaria para garantizarla; modulaci髇 esta que opera tanto en la determinaci髇 del contenido esencial de este derecho como en la regulaci髇 de su ejercicio, que debe incluirse en el marco de la configuraci髇 normativa del sistema econ髆ico de las Illes Balears.

En consecuencia, el legislador de las Illes Balears, respetando el contenido esencial de la libertad de empresa, tiene un importante margen de acci髇 para modular el ejercicio de esta libertad cuando regula los diversos aspectos del sistema econ髆ico, entre los cuales se halla el comercio.

VII

El contenido y la estructura de la Ley de ordenaci髇 de la actividad comercial en las Illes Balears responden al planteamiento expuesto. El t韙ulo primero, dedicado a las disposiciones de car醕ter general, delimita con claridad qu� tipos de actividad comercial quedan sometidos a la ley. Adem醩, se establecen determinadas prohibiciones y restricciones al comercio que se justifican por razones de defensa de la competencia en el 醡bito econ髆ico balear. Tambi閚 se incluyen reglas destinadas a proteger los derechos lingsticos de los consumidores en el sector del comercio.

En el t韙ulo II se exponen las directrices que deben presidir la actividad administrativa de fomento de la actividad comercial de las empresas, y se hace una referencia especial al principio de participaci髇. En el t韙ulo III, se crea el Consejo Asesor del Comercio de las Illes Balears como 髍gano consultivo del Gobierno en esta materia.

La definici髇 de los conceptos de establecimiento comercial y de gran establecimiento comercial constituyen el objeto del t韙ulo IV, junto con el r間imen autorizatorio que la misma ley establece. La intervenci髇 auton髆ica mediante una licencia comercial espec韋ica, cuyo otorgamiento va ligado al establecimiento de una tasa, queda limitada a las grandes empresas comerciales y tiene su fundamento principal en la necesidad de salvaguardar el equilibrio deseable en la competencia y la protecci髇 de los intereses generales de car醕ter supramunicipal.

En el t韙ulo V se regula el r間imen de los horarios de los establecimientos comerciales, determin醤dose el n鷐ero m醲imo de horas semanales de apertura, el horario diario y su publicidad, as� como la actividad en domingos y festivos. En el desarrollo y la modulaci髇 del r間imen establecido por la normativa estatal, el legislador ha querido tener en cuenta las caracter韘ticas especiales que presentael comercio interior en las Illes Balears, las cuales no pueden desvincularse del hecho insular y de las aspiraciones leg韙imas de preservaci髇 del comercio tradicional fuera de las zonas tur韘ticas.

La evoluci髇 y el dinamismo de las diversas modalidades de venta hacen necesario abordar su regulaci髇 para evitar perjuicios a los consumidores. En este aspecto, el texto de la ley intenta desarrollar y completar la legislaci髇 estatal vigente, a la vez que incluye, en sus t韙ulos VI y VII, determinadas particularidades en relaci髇 con las actividades de ventas en promoci髇 y ventas especiales.

En el t韙ulo VIII se crea y regula, en sus aspectos b醩icos, el Registro general de comercio de la comunidad aut髇oma de las Illes Balears. En el t韙ulo IX de la ley se regulan separadamente la funci髇 inspectora y el r間imen sancionador. En este t韙ulo, adem醩 de tenerse en cuenta las infracciones que recoge la normativa estatal, se a馻den aquellas otras que vienen exigidas por el establecimiento de los deberes que impone la nueva regulaci髇.

Finalmente, la ley, en su t韙ulo X, se ocupa de los equipamientos comerciales, estableciendo prescripciones relativas tanto a los instrumentos de ordenaci髇 del territorio como a los planes urban韘ticos, con el objeto de facilitar la planificaci髇 y la ordenaci髇 de las estructuras comerciales y de dar una mayor coherencia a las pol韙icas de las administraciones p鷅licas competentes.